La verbena en la que Agapito Iglesias ha convertido la venta del Real Zaragoza continúa consumiendo nuevos capítulos de camino al 30 de junio, fecha límite para que el bullicio termine muy a pesar de su principal instigador. El proceso para el traspaso de las acciones se ha convertido en una especie de subasta pública, retransmitida en vivo y en directo, lejos de la discreción absoluta que cualquiera imaginaría en una sucesión al frente de una SAD de la importancia del Real Zaragoza. Agapito hace su juego sacando y guardando cartas y conservando bajo la manga el último as que le queda en esta partida de ocho años. Kadir Sheikh, un empresario paquistaní que lidera la vía de un fondo alemán a la que ha puesto cara Javier Láinez en Aragón, ha sido el último actor que se ha presentado en este vodevil. Como ya hizo en su día el grupo que lidera Mariano Casasnovas, Sheikh también asegura que va a comprar el club en horas o, a lo sumo, en días.

Las negociaciones se han convertido en una pelea sorprendente librada a ojos de todos, como en un Gran Hermano, azuzada y consentida por Iglesias. Esta es su forma de comportarse desde ya hace muchos años, su inconfundible sello de autor. Una manera de hacer las cosas vergonzante que puede provocar situaciones tan curiosas como ver compartir mesa y mantel al aspirante Casasnovas y a Pitarch, director general reprobado. Una nueva y divertidísima carambola más en este espectáculo con el que Agapito nos está obsequiando.