En mayo del 2011 aterrizó Raúl Martín Presa en la presidencia del Rayo Vallecano y casi 10 años después de su llegada ha vivido numerosos episodios de crisis entre el máximo accionista y la afición, los jugadores, otras secciones de la entidad... El Rayo se asemeja en los últimos tiempos a una casa de los líos que tiene su epicentro en Martín Presa, pese a que el empresario, que autoriza cualquier movimiento económico por pequeño que sea, sí ha logrado con su gestión económica que la entidad esté mucho más saneada, en las pocas cuentas que ven la luz, eso sí, que cuando compró a la familia Ruiz Mateos el 97,82% de las acciones al simbólico precio de 961 euros y con una deuda global de 40 millones de euros.

Seis de esos años con Martín Presa los ha pasado el equipo en Primera y hasta creó una franquicia en la MLS, el Rayo Oklahoma, de duración efímera, pero los conflictos han sido una tónica y la afición, a través por ejemplo de la Federación de Peñas, lleva años pidiendo su salida. El último lío ha sido por la devolución de la parte de los abonos del curso pasado, aunque los ha habido por el 'caso Zozulia', por el que la sección más radical, los Bukaneros, quiso agredir al presidente en el partido de Copa en Tarazona en diciembre del 2019, por el ERTE en la entidad el año pasado, por los retrasos en los pagos a la plantilla, por las denuncias de impagos en el filial o por las irregularidades en el equipo femenino, que ha sido además sacado del abono para tener uno propio para causar el enésimo malestar entre los rayistas.

Martín Presa ha logrado ordenar la deuda de la entidad, sanearla y hasta tener las suficientes provisiones para lo que llegará en forma de sanciones de Hacienda por la gestión de la familia Ruiz Mateos. Sin embargo, el día a día del club, la gestión de sus instalaciones, de su patrimonio y las medidas tomadas con la afición le han generado no pocas críticas. Por ejemplo, Vallecas, un barrio mayoritariamente obrero, tiene unos abonos para su club a unos precios elevadísimos.

La situación con la plantilla, que ya hace días desautorizó al director deportivo, David Cobeño, ha tenido muchos momentos de tensión. En mayo del 2020, en pleno parón por la pandemia, los jugadores se negaron a ir a entrenar hasta que no se les sacara del ERTE, el club accedió sin acuerdo en la negociación y solo sacó a los de la primera plantilla, con la paradoja que vivió Joni Montiel, al tener ficha del B. Esta temporada, tras el partido suspendido por el temporal 'Filomena' ante el Mirandés, la plantilla hizo un duro comunicado denunciando ese viaje en medio de la nieve, el hecho de no cumplir algunos de los protocolos del covid y los retrasos en los pagos a los futbolistas. A ese comunicado se sumaron la sección femenina y el filial, aunque Martín Presa, con el paso de los días, pudo apaciguar el enésimo incendio en un club con 15,7 millones de límite salarial, el quinto de Segunda, con aspiraciones de ascenso y con un equipo diseñado para esa meta, pero que vive repleto de problemas.