Además de desmenuzar el deporte hasta el más diminuto de los detalles, buscando explicaciones, causas y consecuencias en los números y en las más improbables de las estadísticas, en Estados Unidos son aficionados a ponerle nombres especiales a todo. Al bajón de rendimiento al que se enfrentan muchos de los novatos en su primer año en las Ligas profesionales cuando la competición ya ha recorrido una parte importante de la temporada, lo llaman el ‘rookie wall’ (el muro del novato). Realidad o mito, lo cierto es que a muchos de los primerizos les afecta.

En el Real Zaragoza da la impresión de que Pep Chavarría está atravesándolo justo en estos momentos. Su juego se ha marchitado a la vez que han empezado a florecer los campos. El jugador catalán debuta en el fútbol profesional este año después de dos campañas magníficas en Segunda División B en el Olot que llamaron la atención del club, que lo incorporó en un rápido movimiento de mercado, adelantándose a otros competidores. Chavarría se estrenó en Segunda con 22 años como una de las grandes revelaciones de la categoría. Pronto dio rendimiento deportivo y se convirtió en un activo económico de futuro. Ha participado ya en 2.159 minutos. Sobresalió por su capacidad para desequilibrar defensas incorporándose por el flanco izquierdo, con un centro de gravedad bajo y potente, por su verticalidad y por la precisión de su pierna izquierda en los balones arqueados. Cuando más brilló fue cuando el equipo jugó con un doble lateral con Nieto escoltándole por detrás.

Ahora su nivel ha descendido, primero desde que regresó a la posición del tres, donde defensivamente sufre dificultades. El Zaragoza lo necesita otra vez a su mejor altura, pero está en su ‘rookie wall’, prueba indudable para evaluar su madurez.