—Hace un año en la primera vuelta, el partido entre Numancia y Zaragoza estuvo teñido de la polémica por la decisión de su club de no apoyar en la Liga la modificación del convenio de acreedores para destinarla a fichajes y la respuesta zaragocista diciendo que ese dinero no iba a incorporaciones y negándose a vender entradas para Los Pajaritos y a ir al almuerzo. ¿Cómo están las relaciones entre los dos clubs?

—Pues están perfectamente, la tormenta del año pasado fue en la primera vuelta y en la segunda cuando fuimos a La Romareda ya nos recibieron fenomenal, me sentí muy bien tratado. En nuestra responsabilidad está que no podemos generar un clima de odio entre dos sociedades que han tenido una relación tan entrañable y tan fraternal en la historia reciente. Con el Real Zaragoza hubo una pequeña borrasca ya superada.

—Pero el cruce de reproches fue claro...

—Una cosa es un incidente diplomático y otra cosa la ruptura de relaciones. No se rompieron entre ambos clubs, lo que no se vendieron entradas a los aficionados ni quisieron asistir al almuerzo. Hemos hablado, se ha intentado y se ha conseguido tener otra vez buenas relaciones, porque nuestra obligación es tender puentes y no crear enfrentamientos directos. A mí me dolió el comunicado porque se ponía mi nombre, por eso hice la rueda de prensa posterior, pero seguí manteniendo contacto permanente con Fernando (Sainz de Varanda). Me podía haber enrocado y haberme hecho el ofendido, pero al final se trata de unir voluntades. Esto es fútbol, que debe ser un instrumento de unión, nos enfrentamos durante 90 minutos cada uno y queremos que gane yo el rojo y ellos el blanco y el azul. Solo es eso y ahí se debe quedar.

—Lo peor fue enturbiar el ambiente entre dos aficiones que eran un ejemplo de convivencia en cada partido entre Numancia y Zaragoza.

—Naturalmete, eso fue lo peor. Es que mi obligación como responsable de un club es ofrecer políticas de consenso. Llevo 19 años en esto, no llegué ayer y tengo un trayectoria y una coherencia. Y el Numancia, también. Y lo que no se puede tocar nunca de este club es su integridad, su actitud y rectitud en toda su historia. Es nuestro gran activo. Algo haremos bien, porque transparencia internacional, la institución de más prestigio en esa materia, nos ha dado 100 puntos sobre 100.

—Es vicepresidente de la Comisión Delegada de la Liga. ¿Qué le parece la gestión del Zaragoza con la fundación desde que llegó al club en el 2014?

—Complicada, porque la situación que se encontraron era muy difícil, durísima. Me consta que han hecho una gestión valiente y generosa. El Real Zaragoza tenía una deuda importante, aunque nadie les obligó a entrar, eso también se lo digo a ellos, pero les reconozco y les agradezco como ciudadano de Soria y por la proximidad a Zaragoza la valentía que han tenido en estos años, eso es evidente.

—El Zaragoza tenía más de 100 millones de deuda cuando entraron los actuales gestores...

—Pero yo nunca he hecho una gestión que lleve al Numancia a esa situación, porque siempre he aplicado el control presupuestario. Ahora me obligan en la Liga y antes lo hacía por convencimiento. Y el Numancia ha estado en la vanguardia de ese control, de buscarlo. Esa fórmula, como se ha demostrado, no va a lesionar la capacidad de competir de los equipos del fútbol español, que era la bandera que enarbolaban los despilfarradores hace unos años. Por llamarlos a estos de una manera suave...

—Ese control económico de la Liga sí ha acabado con los impagos a profesionales y con deudas astronómicas.

—Hasta hace cuatro años el que me decía de entrar en un club de fútbol le decía que ni se le ocurriera, que no entrara de ninguna manera. Ahora, les animo a entrar. El fútbol español está absolutamente ordenado y detrás de esto hay una creencia absoluta en el buen hacer de los profesionales. Soy vicepresidente de la Liga porque así me votan, pero a partir de ahí claro que tengo la confianza en ellos, porque se la ganan y no porque rinda pleitesía a los javieres (Tebas y Gómez, presidente y director general de la Liga). Hay un equipo de control económico extraordinario y el día en que no confiemos o no cumplan hay que denunciarlos y echarlos. Pero mientras tanto, no. Todo aquello del año pasado con el Zaragoza viene de eso, de que no se pueden saltar las normas. Cambiarlas sí, pero saltarlas no. Porque para tozudo soy yo más que los maños, no le quepa ninguna duda.

—Son líderes en Segunda. ¿Cómo valora el comienzo de temporada del Numancia?

—De la única forma posible, pensando en que me quedan 36 puntos para la permanencia. En absoluto pensamos en el ascenso y eso que he disfrutado de tres, con una ciudad de menos de 40.000 habitantes. A mí me dicen ahora que, de los seis de arriba, bajan dos y, de los diez de abajo, suben dos, y me lo creo. Esta categoría tiene una igualdad tremenda, lo que da oportunidades a todos.

—¿Qué le parece el Zaragoza como equipo?

—La gente del Numancia se descojona conmigo, pero es que no sé nada de fútbol. No entiendo nada. Y lo digo en serio. El otro día me enteré por la prensa y tras el partido que el Albacete nos había planteado una defensa de cinco. Una de las claves del Numancia, de sus grandes virtudes, es que en su estructura hay una segregación de funciones clarísima. Y se respeta.

—¿Se imagina volver a ver de nuevo este derbi del Moncayo en Primera?

—Ojalá suceda, es que eso es clarísimo. No soy de Soria, pero llevo 30 años aquí. Además, en el pueblo de mi mujer la gran mayoría es de Zaragoza y en verano estoy con ellos siempre. ¿Cuanta gente de aquí va a Zaragoza o vive allí? Nos sentimos absolutamente cercanas las dos tierras. Ojalá suban, claro que sí, pero solo lo hacen tres, ojo. Y no es nada fácil.