El jueves 30 de agosto del 2012, un día antes del cierre del mercado de fichajes, Movilla y su pareja estuvieron en Alicante negociando su fichaje por el Hércules en un restaurante situado junto al puerto con Jesús García Pitarch, que entonces era presidente del club alicantino, y el administrador concursal Alfonso García Cortés. El centrocampista estaba entonces a expensas de la última decisión del Zaragoza, aunque desde mediados de agosto ya había hablado con Jiménez y con Cuartero y éstos le habían dejado claro que su alternativa sería válida si no se cerraba ninguna incorporación para el mediocentro, como al final sucedió. Movilla y el Zaragoza anunciaron su acuerdo solo cinco días después de aquella reunión en Alicante.

Aquel cara a cara entre Pitarch y el centrocampista tiene diferentes versiones, algunas aluden a que fue el actual director general zaragocista el que desestimó la contratación, pero la oficial es que Movilla no fichó por el conjunto alicantino porque la oferta era insuficiente, en torno a 70.000 euros por curso.

Después de la reunión, Movilla, que estaba sin equipo tras su salida del Rayo en junio, volvió a Madrid, y acabó el mercado de fichajes sin que el Zaragoza pudiera contratar al argentino Bolatti, el gran objetivo, ni cerrara la alternativa de última hora, el también argentino Damante. La opción de Movilla con el Zaragoza se retomó el 2 de septiembre, el Pelado no tardó en llegar a un acuerdo, con unas condiciones, también por un año, que eran superiores a las que le ofrecía el Hércules y además suponía jugar en Primera. En febrero del 2013 renovó con el club aragonés por dos años, hasta el 2015, por un salario que ronda los 250.000 euros, y desde finales de diciembre la entidad le anunció su deseo de que salga del equipo, sin que haya acuerdo y tras ser expedientado después de una batalla con un García Pitarch al que conoce bien desde aquel soleado día en Alicante.