Lalo Arantegui ya no es director deportivo del Real Zaragoza. El consejo de administración decidió ayer el despido del director deportivo del club aragonés y de su secretario técnico, José María Barba, como consecuencia de la grave crisis deportiva de un equipo cada vez más lejos de la salvación. Lalo fue citado a ese consejo, donde todavía contaba con apoyos, para comunicarle un despido que se hizo oficial a media tarde. «El Real Zaragoza ha tomado la decisión de rescindir el contrato que hasta ahora le unía con el director deportivo, Lalo Arantegui, así como con el secretario técnico, José María Barba. El club quiere transmitir su agradecimiento por la entrega, profesionalidad y dedicación desarrollados por los miembros de la dirección deportiva a lo largo de los años en los que han trabajado al frente de este parcela», expuso la entidad en un comunicado en el que deseaba a ambos «futuros éxitos profesionales».

A Lalo se le responsabiliza de una planificación deportiva que ha conducido a una situación dramática, camino del tercer entrenador de la temporada cuando solo se han disputado quince partidos. Iván Martínez, la última baza de Lalo, está sentenciado después de haber perdido los cinco encuentros que ha estado al frente del primer equipo. Antes, la elección de Rubén Baraja también fracasó, como anteriormente había sucedido con Imanol Idiakez o Lucas Alcaraz. Todos ellos elegidos por el exdirector deportivo.

El contrato de Lalo, que hace pocos meses fue renovado hasta el 2024 por el consejo de administración aprobando la propuesta del director general Luis Carlos Cuartero, incluye una cláusula de desenganche por la que la rescisión conlleva el pago por meses del 50% de su contrato. Su salario, 250.000 euros por temporada, supone que el Real Zaragoza debe asumir un desembolso de alrededor de 450.000 euros que se llevará a cabo mes a mes.

El club echa a Lalo y abre la puerta, al fin, a Ander Herrera y César Sánchez para que pasen a formar parte del accionariado a través de una aportación económica que ya fue rechazada hace unos meses por pretender participar en la gestión deportiva. Ahora, ya sin Lalo, el panorama es completamente distinto. Si los dos exzaragocistas mantienen la oferta que hicieron en su día, cada uno de ellos aportará un millón de euros, si bien el proceso de entrada de Ander, que siempre ha admitido su interés en hacerse con un paquete accionarial, todavía se encuentra en su fase inicial.

De hecho, la entidad, a través de Cuartero, trata de cerrar cuanto antes la llegada de César Sánchez para que asuma la parcela deportiva ejerciendo de enlace entre el consejo y la secretaría técnica, puesto que deberá cubrir Sánchez con una persona de su confianza. La predisposición es buena y, una vez cerrado el acuerdo, se acometerá la contratación de un entrenador que no será Paco Jémez, ya que, al igual que anteriormente hicieron Víctor Fernández y Pacheta, ha declinado la oferta del Zaragoza.

La salida de Lalo y Barba pone fin a una etapa que comenzó hace algo menos de cuatro años, en febrero del 2017, cuando el club aragonés se hizo con los servicios del director deportivo del Huesca. Tras tres temporadas completas y la mitad de otras dos, Lalo se va sin haber logrado el objetivo de devolver al Zaragoza a Primera División. Es más, lo deja con un pie en Segunda B. La doble marcha será la única, ya que Cuartero, el gran artífice de la incorporación y posterior renovación de Lalo, seguirá en su cargo.

Lalo y Barba son historia en un club que se aferra ahora a otro exfutbolista del equipo aragonés para volver a la vida. César presentó, hace cinco meses, su dimisión como director deportivo del Valencia después de que el propietario del club, Peter Lim, decidiera despedir al entrenador, Albert Celades, un día después de que César hubiera trasladado a la plantilla que el técnico seguía hasta final de temporada.

El movimiento en los despachos descubre uno de los peores momentos en la historia del Real Zaragoza. Está, sin duda, entre los más bochornosos. El equipo es un cadáver andante que vaga por los campos camino de la perdición y siendo la más fiel imagen de un club degradado, decrépito y agotado que precisa de una intervención urgente para mantener las constantes vitales.

El capítulo de este jueves se enmarca ya entre los más tristes de una entidad que parece agonizar sin que nadie haga demasiado para evitarlo. La improvisación preside la toma de decisiones y las propuestas reciben calabazas como respuesta. El estado de sitio en el que se encuentra el Real Zaragoza, el séptimo club con más títulos del país, una de las entidades más representativas de la quinta ciudad de España y razón de ser de miles de personas, es un desastre del que casi todos huyen.