Las crónicas dirán que fue Eguaras el firmante de la victoria ayer en Soria. Cierto. El navarro, es verdad, creyó más que nadie en que el centro de Delmás desde la derecha acabaría en su bota y, de ahí, directo a la red. Para entonces, con apenas diez minutos por delante, el Zaragoza ya era el dueño de un partido en el que no había estado bien en la primera parte. El tanto dejó al Numancia sin capacidad de reacción más allá de unos cuantos balones largos al punta en busca de segunda jugada y un par de incursiones por banda. Eguaras dio el triunfo a los aragoneses, sí, pero convendría señalar otro momento clave apenas un cuarto de hora antes del gol.

Luis Suárez acababa de fallar su primer penalti de la temporada y el Zaragoza echaba a perder una oportunidad inmejorable para adelantarse en el marcador y opositar a conquistar un feudo maldito. El silencio se apoderó de la zona del graderío en la que 1.500 almas zaragocistas se dejaban de nuevo pulmones y gargantas para animar a los suyos. Pero apenas duró un par de segundos. De repente, un atronador rugido rescató a los jugadores de la desazón y les obligó a seguir creyendo. Y a tirar de corazón. Por ellos. Y por Dwamena. El gol lo marcó Eguaras, sí, pero fue una manada de leones la que se comió a Los Pajaritos.

El triunfo devuelve a los aragoneses a la senda adecuada después de cuatro jornadas sin ganar y con las dudas asomando ya en el horizonte. De hecho, la mala primera mitad del Zaragoza incrementaba la inquietud en torno al equipo e invitaba a tomar medidas para averiguar la dimensión de la caída en la que parecía inmersa la escuadra de Víctor.

Lento, pesado y escaso de convicción, el partido se le hacía bola y el Numancia, más asentado, transmitía mejores sensaciones. Higinio, a los cinco minutos, ya había ensayado el disparo, pero su intento se fue lejos de los dominios de Cristian.

El Zaragoza, en un 4-2-3-1 convertido en un 4-4-1-1 en defensa, hacía aguas en una medular en la que Víctor juntó a Eguaras y James, con Pombo descolgado a la izquierda y Guti a la derecha. Kagawa, otra vez desaparecido, escoltaba a Suárez, referencia atacante en ausencia del recordado Dwamena,

James era el jugador más peligroso del Numancia. Dos pérdidas absurdas del nigeriano estuvieron cerca de provocar una avería seria, pero Delmás primero y Clemente -bajo palos- después evitaron males mayores para un Zaragoza que también pudo sacar provecho de un error del rival, aunque Suárez se precipitó al definir tras robar el balón a Gutiérrez.

Poco antes de que Clemente evitara el gol del Numancia, Higinio había rozado el tanto con una vaselina que lamió el poste derecho del marco de Cristian. El caudal ofensivo del Zaragoza antes del descanso se limitaría a un disparo lejano y escorado de Nieto que resolvió bien un sobrio Dani Barrio.

Pero algo pasó en el intermedio. El Zaragoza que saltó al campo fue otro bien distinto y Guti y Kagawa, en fuera de juego inexistente, gozaron de sendas oportunidades con disparos bien detenidos por el meta local. El paso adelante de los aragoneses metió el susto en el cuerpo a un Numancia que ya no sería capaz de plantar cara al empuje de su rival.

El Zaragoza crecía y acumulaba llegadas. En un saque de esquina el balón tropezó con el codo de Ledes y el árbitro, previa consulta con el VAR, señaló la pena máxima favorable al conjunto blanquillo, Pero Luis Suárez, que no es infalible, se topó con Dani Barrio, que le adivinó la intención, el lado y la potencia.

Los Pajaritos cantaban, pero su trinar quedó súbitamente silenciado por ese rugido procedente del amplio sector zaragocista. El león mandaba callar y ordenaba a los suyos mantener la ofensiva. El mensaje llegó claro al terreno de juego. También al banquillo, donde Víctor tenía preparado hace un rato a Álex Blanco en busca, al fin, de profundidad, desborde y velocidad como las herramientas adecuadas para esquivar el atasco. El cambio sentó bien al Zaragoza. También el posterior de Papu por un Kagawa que parecía cansado ya a los diez minutos.

El choque entraba en una fase en la que se imponía una lectura precisa del envite. Y el que mejor entendió el asunto fue Eguaras, que se descolgó del doble pivote en busca de balones cercanos al área. Uno de ellos acabó cerca de la escuadra tras un disparo lejano del navarro, que embocó mejor después al culminar una triangulación entre Guti y Delmás. El Numancia, que se resistía a morir, lo intentó, pero los zaragocistas aguantaron. Por ellos. Por la grada. Por Rapha. Un león de corazón. Un corazón de león.

Numancia: Dani Barrio, Calero (Nacho, min. 80), Derik, Carlos Gutiérrez, Castellano; Escassi, Gus Ledes; Zlatanovic (Noguera, min. 60), Marc Mateu, Moha; Higinio (Néstor, min. 74).

Zaragoza: Álvarez; Delmas, Atienza, Clemente, Nieto; Guti, Eguaras, Igbekeme, Shinji Kagawa (Papu, min. 74); Pombo (Alex Blanco, min. 67), Luis Suárez (Grippo, min. 90).

Gol: min. 80, 0-1: Eguaras.

Árbitro: López Toca (Comité cántabro). Enseñó cartulina amarilla a los visitantes Eguaras, Clemente y Alex Blanco