La juventud es un divino tesoro que tiene el Real Zaragoza. Se solía decir, en los últimos años, que el club aragonés no contaba con su cantera, que incluso no estaba lo suficientemente bien trabajada, que daba para más. Otros simplemente reducían a la falta de oportundidades que no aparecieran jóvenes valores por el primer equipo o que su aportación fuera testimonial.

Sin embargo, la política del club, motivada principalmente por las estrecheces económicas, cambió. Cuestión de necesidad. Y también de orgullo, como resaltó ayer Nieto: «Se está viviendo una situación que nos ha favorecido para estar ahora en el primer equipo todos. Es un orgullo cuando estás en el campo y ves a tu lado compañeros con los que has estado abajo. Estamos todos con ganas de aprovechar esta oportunidad que estamos teniendo en el primer equipo y demostrar que podemos estar aquí y ayudar al Real Zaragoza», dijo.

El Real Zaragoza es el hogar de una camada llena de juventud y hambre, con sus virtudes, que son muchas, y sus defectos, que también los hay, pero se han hecho hueco a base de empeño y trabajo. El propio Nieto, de hecho, bien lo sabe tras pasar del olvido a la titularidad. «Era consciente de que si trabajaba y venían oportunidades tenía que estar preparado. El míster ha confiado en mí y estoy muy contento de cómo están saliendo las cosas», aseguró ayer.

Víctor Fernández dispuso en Cádiz al equipo más joven de toda la jornada. En total, la edad media de la alineación blanquilla fue de 25,69 años, un poco por debajo de las del Málaga (25,83) y Lugo (25,93).

Del once, solamente un jugador supera la treintena y no es ninguno de campo. Se trata de Cristian Álvarez, que tiene 33 años, y no jugaron de inicio ninguno de los otros que superan las tres decenas. Linares (36) salió al final, Zapater (33) esperó su oportunidad en el banquillo pero no jugó y Chechu Dorado (37) está lesionado. El resto, sin contar a Grippo y Toquero, que son baja de larga duración, no llegan a los 30 años.

En Cádiz, entre los jugadores de campo, Guitián (28), Álvaro Vázquez (27) y Eguaras (26) fueron los veteranos de un equipo que pecó de novato y de inexperiencia y que se dejó empatar un partido que dominaba tanto en juego como en el marcador.El conjunto blanquillo cuajó un gran encuentro en líneas generales y solo faltó la guinda, que hubiera sido la victoria. Hizo dudar al Cádiz, aprovechó con buen tino y criterio los espacios a la espalda y ocupó el terreno de juego de tal forma que los gaditanos perdieron su identidad en gran parte del choque. Y a pesar de todo ese buen trabajo, el Zaragoza no ganó. Le faltó algo de experiencia y de control.

«EL OTRO FÚTBOL»

La defensa fue muy joven y quizá pecó de bisoñez. Además del mencionado Guitián, completaron la línea de cinco zagueros Delmás (23), Nieto (22), Álex Muñoz (24) y Verdasca (22), que por unos meses fue el futbolista del Real Zaragoza más joven sobre el césped del Ramón de Carranza. Se echó en falta ese grado de jerarquía y veteranía necesario, aunque Guitián fue un muro durante todo el encuentro, aunque le lastró en la nota final su fallo en la salida de balón del 1-2 de Machís.

El final, aunque fue duro por perder dos puntos, entraba dentro de lo posible por el devenir de la segunda parte. Cervera fue con todo hacia delante y el Zaragoza no lo interpretó como a Víctor le hubiera gustado. Se echó atrás para defender la renta con demasiados minutos por delante y, aunque el técnico dio entrada a Javi Ros y más adelante a Soro para tratar de tener más el balón y dotar de oxígeno al equipo, no surtió efecto y se convirtieron en dos peones defensivos más.

De hecho, Víctor Fernández reconoció tras el choque en el Ramón de Carranza que echó de menos un poco más de veteranía para salvaguardar los tres puntos, fundamentales para romper con el descenso: «Nos falta mucho oficio y no dominamos el otro fútbol porque somos un equipo muy joven», comentó. El Zaragoza dejó jugar a su adversario cuando otros equipos con más partidos a sus espaldas hubieran gestionado de forma diferente los minutos finales. La juventud puede ser un bien muy preciado y un divino tesoro que cuidar y potenciar, pero a veces se vuelve en contra. Cuestión de equilibrio.