Nació la peña en 1995, el año más delirante de la historia del Real Zaragoza. A principio de aquella inolvidable temporada, para cumplir con la nueva normativa deportiva, todas las gradas de pie fueron sustituidas por asientos, lo que redujo la capacidad de La Romareda pero generó grupos heterogéneos de zaragocistas. Comenzaron por compartir colores, pero pronto les unió una amistad que tradujeron en grupo con el nombre de Los Finaleros, en un guiño burlón «a toda esa gente que solo se apuntaba al Zaragoza para ver las finales».

Veintidós años después siguen sentados en Gol de Pie con el mismo entusiasmo, aunque los tiempos sean bien otros. «La ilusión no cambia, ni nuestra forma de pensar. Seguimos haciendo lo mismo que si el Zaragoza estuviese en Primera, lo mismo que cuando estábamos acostumbrados a jugar finales. No vamos a La Romareda a ver rabonas o fútbol bonito, sino a ver ganar al Zaragoza. Si ganamos 1-0 en el minuto 23 ya estamos pidiendo la hora al árbitro», cuenta divertido Juanjo Pérez, uno de los miembros más activos del grupo, muy conocido en los desplazamientos por su tenacidad en enganchar a los más pequeños.

Hace un par de años, Juanjo decidió crear diplomas para los niños que hacían su primer desplazamiento zaragocista. Se lo completa en el mismo campo y se lo da en el acto. A Reus, hace cinco días, se llevó diez y entregó nueve. Lleva 272 diplomas, y otras tantas fotos que atestiguan que también hay cantera en las gradas. «Si los sumas, son cerca de seis autobuses de niños. Tratamos de hacer granero con los chavales, que son los que peor lo están pasando».

No hay solo jóvenes en su peña. Está uno de los zaragocistas más veteranos, incansable y preocupado. Anselmo López, que vivió el debut de su equipo en Primera en 1939, es el alma de esta peña, aunque tiene «una pena», pensando «que no va a volver a ver en Primera» al equipo. «Tiene una situación personal complicada a sus 90 años, pero el Zaragoza le da vida. Es lo único que le da fuerza».

Puede tener razón el nonagenario zaragocista, según sus compañeros de asiento e ilusiones. «El asunto está muy mal. Contábamos 4 puntos entre el Reus y el Rayo, pero ahora no vemos al Zaragoza capaz de ganar a ninguno de los cinco rivales que quedan. Ojalá no sea así y lleguemos al final relajados, pero...». El efecto de las dos últimas derrotas ha encendido otra vez alarmas, aunque «no nos coge de nuevos», asegura Juanjo, que aventuró en diciembre lo que iba a pasar. «Tengo testigos, es una repetición de lo que pasa todos los años. En Reus todavía había gente que pensaba que podíamos subir ganando, pero hay que tener en cuenta que, aunque nos hubiéramos clasificado, los playoffs se juegan cada tres días. Con esta plantilla que se asfixia, como para pensar en jugar cuatro partidos en dos semanas».

Los Finaleros van a vivir el final con angustia, aunque de poco culpan a Láinez. «Se ha comido un papelón. No tiene nada a ganar. Si se salva es lo normal. Si no, será el entrenador que ha bajado al Zaragoza a Segunda B. Es un marrón. Los que estamos aquí somos los que tenemos que sacarlo adelante, de poco sirve buscar culpables. El equipo está muriéndose, hay que intentar salvar al enfermo».