Cuatro partidos de Liga en este 2020, tres victorias y un empate. Diez puntos sumados de doce puestos en juego a la espera de que se dispute el encuentro de Miranda, suspendido en su día por la lluvia. Solo un gol en contra en cuatro jornadas, de penalti en Cádiz. Con más de cinco meses de competición ya vencidos, el Real Zaragoza ha recibido 25 goles, uno por partido, y en esa estadística, que tantas cosas explica si el balance de goles a favor está también compensado, solo está superado por el Cádiz, el líder, y el Málaga, con 24 encajados.

En esas cifras están sintetizadas varias de las razones de más peso que han provocado que el Real Zaragoza haya pegado este estirón tan sólido en el inicio de año. En esos números están resumidos otros conceptos a partir de los cuales el equipo se está haciendo fuerte: el de la fiabilidad, la competitividad semana a semana y en cualquier escenario. Un plan colectivo solvente y una estructura defensiva robusta que tiene su culminación en una figura capital, indispensable, para que todo ello funcione.

Cristian Álvarez es el hombre decisivo que termina por dar sentido a todo lo demás. Basta con un repaso mental a los últimos encuentros que ha disputado el Real Zaragoza para dar con varias ocasiones realmente claras de los rivales que no han acabado en gol por obra y gracia de las actuaciones milagrosas del meta argentino, ya cuando el resto de las líneas estaban superadas. Llamaron mucho la atención, por ejemplo, la intervención al cabezazo a bocajarro de Higinio, del Numancia, al más puro estilo Gonzalo Pérez de Vargas o la parada a Malbasic en Cádiz. Dos obras de arte del arquero.

Aunque repetido, es necesario insistir en ello. Estamos ante un portero de una dimensión muy superior a la categoría, que gana puntos para su equipo casi al mismo nivel que los delanteros. Un actor con voluntad de secundario pero con papel protagonista y una concentración de virtudes extensísima: el sentido de la colocación, los reflejos, la rapidez de manos, la anticipación a la jugada, el instinto, la fuerza mental para ganar batallas a los contrarios, la capacidad para empequeñecer la portería y reducir los ángulos de tiro, la seguridad que genera en los compañeros, el aura o la humildad. El hombre imprescindible para redondear el plan defensivo del Real Zaragoza.