No abunda la autocrítica en el Real Zaragoza. Por eso luce con fuerza cuando aparece. Y más si lo hace en boca de una de las voces más autorizadas del vestuario. Cristian Álvarez, en una ejemplar comparecencia, asume su porción de responsabilidad en la situación que atraviesa un equipo algo más aliviado tras la llegada de JIM y los siete puntos sobre nueve sumados con el técnico alicantino. ”Ahora me encuentro con mucha más confianza que hace dos o tres meses y tras una primera vuelta con irregularidades en la que he estado a la altura de lo que hemos sido como equipo”, admite el meta, que tiene claro que “tengo que recuperar mi nivel. No es fácil rozar la excelencia partido a partido, pero no concibo otra cosa por mi forma de ser”.

El argentino asume que “formé parte de ese mal paso que hemos vivido” pero se compromete a trabajar “al máximo” de cara a vivir una segunda vuelta “tranquila” y, quizá, luchar “por algo más” que eludir el descenso.

Porque Cristian no acepta “excusas”. Advierte que “la realidad es la que hay” y que “cada uno debe hacerse cargo de lo que da en el campo” porque “es la única vía para mejorar y, a partir de ahí, recuperar el nivel”.

Y en esa tarea, el papel del nuevo entrenador está siendo esencial. Así, al menos, lo asegura el portero zaragocista, que ensalza a su técnico y acentúa la relevancia de su llegada al vestuario. “Indudablemente, JIM ha sido fundamental en nuestro cambio de mentalidad. Había mucha confusión en todos los aspectos dentro del club y eso generaba incertidumbre e inestabilidad. Y JIM, en poco tiempo, se ha ganado el respeto y la admiración del vestuario con su carácter positivo y su fuerza. Eso habla claramente de lo que significa un entrenador. Ha sido importantísimo”, destaca.

Porque, aunque parece que lo peor ha pasado, Cristian avisa de que el Zaragoza debe seguir remando para salir cuanto antes de la zona peligrosa de la clasificación. “Es imposible relajarse. Es importantísimo estar fuera del descenso pero tenemos todavía mucho camino por recorrer y tenemos mucha ilusión por hacer una segunda vuelta muy buena”. Aunque el meta admite que hubo momentos extraordinariamente complicados. “Con el miedo convivimos cada día y es uno de los motores que nos hacen crecer. Se vive con ansiedad y la vida no se disfruta de la mejor manera pero siempre con la esperanza de que todo vaya mejor”.