—¿Qué tal están de ánimo a nivel grupal después de estas semanas tan complicadas?

—Veo que a medida que van pasando los días vamos tomando cada vez más confianza. Estoy viendo en los entrenamientos mucha intensidad y a la gente con ganas de salir de los puestos de abajo y de demostrar que valemos.

—¿Cómo se consigue que haya más confianza cuando los resultados no están llegando?

—Es una cuestión de resistir y persistir en este caso. Después la confianza te la dan los resultados, sin duda, pero cuando alrededor se pierde la confianza en uno mismo, es ese uno el que tiene que mantener viva la llama de la esperanza dentro para poder aferrarse a ella y salir de situaciones difíciles. En el fútbol y en la vida, no solo en el deporte.

—¿Y a nivel personal cómo se encuentra?

—De la misma manera. Soy consciente de que es una situación comprometida y que no es la mejor forma de pasar los días hacia delante en el plano laboral y deportivo estando abajo en la tabla, sobre todo cuando veníamos, y yo personalmente, con mucha ilusión de que las cosas fuesen de otra manera. Hay que aferrarse a la luz que todavía tenemos como equipo, institución y ciudad. Eso me da el ánimo para salir adelante y, por qué no, que en los siguientes partidos podamos hablar de otras cosas.

—¿Qué les está sucediendo? En junio se acabó la tercera posición y ahora se está en posiciones de descenso.

—Es difícil dar respuesta a esa pregunta. Empezamos con muchísima fuerza, pero a raíz de unos malos resultados y de situaciones, sobre todo al final de los partidos, en las que nos han empatado o hemos perdido, se nos fue mermando la confianza. Se nos hizo cuesta arriba para salir. Estábamos pensando «arriba, arriba, arriba» y, en realidad, nos estábamos metiendo abajo. Cuando te metes en mala dinámica hay que hacer mucha más fuerza para salir.

—¿Cómo está viendo a Alcaraz en el día a día? Llegó a un sitio nuevo con ganas de mejorar la situación, pero no ha sido un revulsivo y lleva 4 puntos de 21.

—Hablo desde el punto de vista de jugador y contando que no tengo ni un tercio de la experiencia que Lucas tiene en el fútbol, pero realmente lo veo fuerte, sólido, con convicción y creyendo en lo que está haciendo y en que este es el camino para llevar al equipo a buen puerto.

—¿Qué se le viene a la cabeza cuando ve que el Real Zaragoza, con su historia, está en puestos de descenso a Segunda División B?

—Trato de que se me venga a la cabeza lo menos posible, porque no quiero crear esa realidad para este club. No quiero que en nuestro pensamiento colectivo, como institución y como ambiente que rodea al Real Zaragoza, se cree esa realidad. No pienso en un Zaragoza descendido y sí luchando por cosas importantes, porque es como se merece estar. Somos conscientes de dónde estamos. «No, es que no pasa nada». No. Sabemos que estamos en el fondo de la tabla, pero también que queda muchísimo.

—¿Cómo de grave es la situación actual?

—Como cada uno quiere que sea. Cada uno enfoca las cosas desde el lugar desde el que quiera enfocarlas.

—¿Y para Cristian Álvarez?

—Para mí es grave en el punto justo y que se merece. Sabemos dónde estamos y que tenemos que ganar con urgencia, pero no me gusta ser negativo.

—¿Ve una salida cercana a este túnel?

—Si no la viera no vendría a entrenar. No me levantaría por la mañana.

—¿Hay diferencia cuando se levanta uno de la cama para ir a entrenar ahora que vienen mal dadas en comparación con la pasada campaña, cuando era todo diferente, sobre todo en la segunda vuelta?

—Me levanto con fuerza, piso bien fuerte con los dos pies en el suelo, me pongo arriba y sé que tienen que pasar unos 15 minutos para que se me pasen los dolores (risas). La edad en un deporte de élite. Intento encontrar el equilibrio. El éxito y el fracaso es una ilusión para mí. Me despierto pensando en dar lo mejor de mí y en enfocar el presente y lo que tengo a mi alcance, que es el entrenamiento de esa mañana que me espera. A largo plazo no pienso, no me lo permite el miedo que tengo, porque estimo que los pensamientos crean la realidad. Si estamos en una situación mala intento imaginar el futuro lo menos posible o imaginarlo de buena manera.

—¿Por si se acaban cumpliendo finalmente los malos presagios?

—Porque somos los creadores de la realidad a través de los pensamientos. No lo digo yo, está comprobado científicamente. El ser humano cada vez es más consciente de eso. Por eso cada mañana me levanto con fuerza.

—Los porteros tienen en el campo una visión global y privilegiada. ¿Qué diferencias ha visto desde su perspectiva entre Idiakez y Alcaraz?

—A los entrenadores les determina mucho el momento que está pasando el equipo. Es una pregunta de difícil respuesta, porque con Imanol estábamos aspirando a unas cuestiones y con Lucas a otras, por lo que tienen formas diferentes de enfocar el juego.

—¿La mala dinámica es por un tema mental, de falta de calidad, de no encontrar un esquema…?

—Le falta ganar al equipo y coger confianza. Que lleguen unas cuantas victorias. En el fútbol se olvida muy rápido lo bueno y los malo también. Cuando ganas tres partidos seguidos, que lo vamos a hacer esta temporada, nos olvidaremos de lo malo. Eso va a hacer que volvamos a creer en nosotros. Calidad, nivel y ganas hay. Si no hubiera ganas sería preocupante.

—El Real Zaragoza tiene una de las plantillas más jóvenes de Segunda División. ¿Cree que eso se está volviendo en contra?

—Es una plantilla joven, es verdad, pero a los chicos les veo con capacidad y que están creciendo a lo largo de la temporada espiritualmente hablando. Este tipo de situaciones les va a hacer más fuertes. Tenemos una campaña muy larga todavía por delante. Confío en que todos estos vaivenes nos sirvan para poder aprovechar los momentos buenos cuando lleguen y no soltarnos.

—Zapater ha comentado alguna vez que a los jóvenes el año pasado les decía que disfrutasen, porque vendrían tiempos peores ya que el fútbol es muy complicado. ¿Qué opina sobre esa reflexión del capitán?

—Los momentos buenos hay que disfrutarlos y más cuando se tiene la experiencia de haber vivido los malos. Claro que hay que disfrutar, pero sin pensar en que vendrán cosas malas. En el fútbol, los buenos momentos son los que menos.

—Es un jugador veterano, está jugando todo en Liga y afronta su segunda temporada dentro del club. ¿Qué papel tiene en el vestuario?

—Me veo como un compañero más, pero con más experiencia que la mayoría de los chicos de la plantilla.

—¿Se siente más escuchado o una voz más autorizada por su experiencia?

—Sí. Cuando hablan Zapater, Toquero, Ros o yo se nos escucha más, porque tenemos más trayectoria y todos los equipos necesitan gente con más años. Es el rol que me toca. No es que me sienta de esa manera, porque me siento uno más y soy muy cercano en el trato. Si necesitan un consejo siempre estoy ahí para dárselo o, si veo algo, intento a mi manera mostrar lo que pienso.

—¿Está el vestuario y el grupo menos unido que el de la temporada pasada?

—No se pueden comparar, porque hay personas completamente diferentes. La pregunta va completamente asociada a que hay desunión en el vestuario.

—Pero menos unión no implica desunión.

—El análisis se puede hacer a final de temporada. A estas alturas el año pasado, con el mismo vestuario, se estaba hablando también de un montón de cuestiones y al final acabamos siendo los mejores amigos del mundo. No puedo decir si está más unido o menos que el del año pasado, porque hay gente diferente, pero sí puedo asegurar que no veo desunión.

—¿Qué grado de importancia tiene en un futbolista el estado de ánimo?

—Muchísimo. No solo en el fútbol. ¿A vos en su trabajo no le afecta? A cualquier persona le influye. Imagínese estando dentro de un deporte en el que la emoción es el alma máter, como sucede en el fútbol. El fútbol vive de las emociones. Los estados anímicos de los equipos y de las personas individuales afectan a sus pensamientos y eso hilvana directamente con la confianza en cada uno. Todo está asociado, porque el cuerpo funciona diferente, se es más propenso a las lesiones. Somos mente, espíritu, cuerpo y alma. Si estás apagado y no encuentras la fuerza para salir adelante, no lo lograrás en cualquier situación.

—¿Hay jugadores que han bajado su rendimiento?

—Evidentemente. Todos empezando por mí. Si había un equipo que se quedó a un paso del ascenso directo y esta temporada está abajo, hay una bajada de nivel de todos.

—¿Y usted?

—También. Soy parte de un colectivo. No puedo despegarme de lo colectivo. Ninguno de nosotros, desde los futbolistas, cuerpo técnico y trabajadores del club tengan que verse como personas individuales, porque todos luchamos por el mismo objetivo.

—Este domingo se reencontrarán con Natxo González en La Coruña. ¿Considera que le hizo daño al grupo su marcha porque tenía muy interiorizada su forma de jugar?

—No creo que haya influido mucho más de lo justo y necesario. Es lógico que tenga una repercusión sobre un grupo de personas con la que se ha trabajado un año, pero no tiene por qué dimensionarse demasiado ni ser realmente la raíz de la situación que estamos viviendo ahora.

—De normal cuando hablan en público siempre se muestran confiados en que se saldrá adelante. ¿Cómo se le puede transmitir a un aficionado que ve que no se está ganando?

—Les tenemos que dar confianza con acciones dentro del campo. Puedo hablar ahora de que estamos bien, que vamos a sacar esto adelante y ganar, pero luego si no se ve eso mis palabras pierden toda la fuerza.

—¿Sienten que están defraudando a la afición?

—Sentiría que estamos defraudando a los seguidores si viera que en los entrenamientos no damos el 200%. Ahí sí me sentiría una persona deshonesta e indigna de llevar este escudo.

—¿Qué opina de lo que se vivió en la presentación de Guitián, con los insultos y reproches hacia su nuevo compañero?

—Sentí tristeza cuando lo vi. Por la tarde estaba en casa haciendo zapping en la televisión y vi que varios programas mostraban estas imágenes y me sentí triste. No me gustó ver al equipo al que estoy representando ensuciado de esa manera. Fue una especie de angustia.

—Quedan dos encuentros para terminar el 2018. ¿Año nuevo y vida nueva mirando con optimismo?

—Ojalá sea así y tiene que ser así. No encuentro otra forma de vivir. Si no, ¿qué hacemos? Si perdemos la esperanza y la alegría de vivir, trabajar y seguir adelante, ¿qué nos queda, amigo?