Fue un solo partido pero con dos caras de un Real Zaragoza que pasó por encima del Málaga en la primera parte y que tiró todo a la basura en una segunda mitad desastrosa y en la que se dejó avasallar por un rival que marcó tres goles para remontar el de Pep Biel al comienzo del choque y dejar al equipo de Víctor Fernández sin la salvación matemática que fue a buscar La Rosaleda. Entre medio de este particular Jekyll y Hyde zaragocista se coló un árbitro impropio que no vio un penalti clarísimo sobre James y que estuvo después desigual en el reparto de amarillas y tarjetas.

Tan clara fue esa pena máxima que no tiene explicación que Trujillo Suárez, que estaba justo delante, no la viera, pero lo cierto es que el Zaragoza no debería mirar solo al colegiado, sino a su propia inconsistencia e irregularidad, uno de los males de este curso. El equipo gobernó el pleito, estuvo intenso en la presión y jugó bien al fútbol en la primera parte, con Javi Ros impecable y James imperial y con Pep Biel con el aguijón de su talento y su descaro de cara a puerta. Todo se perdió, la intensidad y la capacidad en la presión, se desfondó hasta la nada Papu, Ros estuvo menos acertado, Guti desapareció y James menguó. A los que sostuvieron el equipo hasta el descanso el partido les vino largo y al resto, empezando por Delmás, Verdasca o Nieto, le vino inmensa esa segunda parte donde la salida en tromba del Málaga fue imparable para este Zaragoza con tan poco poso en forma de regularidad.

El caso es que la salvación matemática queda pendiente de que no gane hoy el Rayo Majadahonda o que mañana no lo haga el Lugo o que pierda el Tenerife. Y después aún quedarán dos jornadas más (Numancia y Tenerife) si no se dan esas combinaciones. El Zaragoza tiene margen y el tropiezo no es grave, pero sí doloroso por lo mucho y lo inexplicable de un cambio tan bestial con solo un descanso de por medio.

Y es que el Zaragoza salió con muy buena pinta en La Rosaleda, con ese 4-1-4-1 en el que Ros es el faro por delante de los centrales y con Guti y James por delante y Papu, novedad en el once, y Biel en las bandas para dejar solo a Álvaro arriba. Un centro de Renato, con el que sufrió Nieto, rematado por Blanco Leschuk fue la amenaza de salida del Málaga, que no tardó en diluirse ante un Zaragoza que empezó a dominar los ritmos del choque. Lo hizo catapultado por la capacidad de Pep Biel, que aprovechó una jugada vertical de Papu para recortar a Cifu y anotar con la diestra su sexto gol del curso, en un final de temporada para enmarcar.

El tanto dio alas al Zaragoza, que se asentó con el balón y que ofreció minutos de claro gobierno del pleito, dejando en nada la medular de un Málaga donde N’Diaye, Adrián y Mula no aparecían. Con Javi Ros como jefe de operaciones y con James dando una versión claramente de jugador de Primera el Zaragoza se afiló en dos disparos más de Biel y solo sufrió con un tiro lejano de Ontiveros que rechazó Cristian. Mientras, Papu rozó la segunda amarilla por una falta a Juankar, aunque lo cierto es que Trujillo Suárez le perdonó mucho más la expulsión después a Ontiveros.

BAJÓN DE INTENSIDAD / Un mal despeje de Nieto a centro de Adrián fue la tímida amenaza del Málaga antes de que James, tras una gran jugada personal, se quedara asombrado de que Trujillo Suárez no pitara el penalti de Cifu. Con esa sensación agridulce de haber merecido más renta se fue el equipo zaragocista al descanso y ya nada fue igual después. El Málaga le robó la energía y la intensidad al Zaragoza y el partido fue, directamente, otro.

Cristian despejó un remate de Renato antes de que el jugador portugués aprovechara un centro de Juankar que rozó Guitián después de que Delmás no estuviera acertado en el repliegue y Papu se ausentara de seguir a su par. Víctor mantuvo el dibujo, pero dio entrada a un Pombo desacertado en lugar de Papu, pero ya nada frenaba al Málaga. Blanco, un dolor de cabeza constante, convirtió en gol un remate de Adrián después de una jugada donde la falta de intensidad defensiva del Zaragoza fue palmaria.

A falta de media hora se acabó el duelo. Mula tuvo el tecero, Cristian evitó las dianas de Juankar y Ontiveros y sobre todo le privó del gol a Blanco Leschuk, que dejó sentado con una facilidad pasmosa a Verdasca. Víctor buscó más ataque con Gual por James y situando a Álvaro en la izquierda y a Pombo de enlace. El plan ni llegó a saberse si podía funcionar. Tras un error de Pombo, N’Diaye filtró un balón a Pacheco y su centro lo despejó Guitián donde nunca se debe mandar, al centro, y Adrián puso la rúbrica a un triunfo del Málaga con una buena cara inicial del Zaragoza y una pesada cruz después.