La Romareda tiene que ser. Cualquier aspiración del Real Zaragoza pasa por el estadio municipal y la capacidad del conjunto aragonés de convertirlo en una fortaleza casi inexpugnable. Por ahí se escaparon antaño puntos y vida y por ahí, por casa, pasan ahora gran parte de las esperanzas de soñar con abandonar de una vez el infierno. Esa solidez como local, tradicionalmente asociada con numerosas opciones de ascenso, es la que persigue un Zaragoza que, si es capaz de imponerse esta noche al Elche, se colocará como líder provisional a falta de que se dispute el resto de la jornada.

Eso, el liderato, supone un aliciente más para una escuadra que ha aprobado con suficiencia en las dos primeras jornadas, si bien ha mostrado cierta irregularidad envuelta en lógica al estar todavía en pleno verano y con un mundo por delante. Ante el Tenerife, en el estreno, el Zaragoza fue peor en la primera parte y mejoró luego, mientras que en Ponferrada fue al revés. Se trata, pues, de adquirir regularidad. De incrementar los buenos momentos propios y reducir los del rival.

Viene, en todo caso, un equipo al que, como el Tenerife, le gusta el balón. Pacheta, técnico del Elche, pretende que su equipo sea protagonista y no bajar la cabeza ante el rival. Quizá no tiene en la medular la capacidad de creación del Tenerife, pero bien haría el Zaragoza en tomar nota de lo que hizo mal entonces porque esta noche podría esperarle algo similar.

No parece que Víctor vaya a alterar demasiado el equipo A. De hecho, todo apunta a que el once que el técnico pondrá en liza será el mismo que jugó en El Toralín. Así, Soro, desafortunado en tierras leonesas cuando salió desde el banquillo, seguirá esperando su oportunidad, y James, Guti y Ros volverán a ejercer en una medular en forma de rombo, con Kagawa en el vértice superior.

Atrás no hay dudas. Salvo percance de última hora, Cristian seguirá escudado por Vigaray, Nieto, Atienza y Grippo. La retaguardia, que solo ha concedido un gol en dos partidos, está mostrando sobriedad y seguridad, aunque con ciertas goteras que convendría revisar para evitar males mayores.

Tampoco parece probable que Víctor mueva ficha arriba, donde Luis Suárez y Dwamena continuarán como referencia ofensiva. En rombo, estarán más cerca entre ellos. Si el esquema es otro, el colombiano se abrirá a la izquierda y el ghanés se quedará solo arriba del todo. Precisamente, el estado anímico del africano comienza a preocupar un poco al cuerpo técnico. No hay duda alguna de su potencial y de sus cualidades como delantero, pero sí inquieta una fragilidad anímica que amenaza con hacer daño en caso de que el gol tarde en llegar. Hoy sería un buen momento para liquidar el asunto.

El Elche, dicho está, amenaza con poner las cosas difíciles a un Zaragoza hacia el que Pacheta se deshizo ayer en elogios. El técnico del equipo ilicitano llega a tierras aragonesas con solo 16 jugadores disponibles de la primera plantilla -Nino entre ellos-, pero con la moral alta tras la victoria a domicilio conseguida la pasada jornada en Alcorcón.

Pero el Zaragoza ya no está para distracciones o despistes. No puede haberlos si el objetivo es llegar a lo más alto. No lo pone fácil, en todo caso, la convivencia con el mercado de fichajes, un asunto que tiene en vilo al zaragocismo y que ha provocado que el partido de esta noche haya quedado relegado casi a un segundo plano. No habrá sido así, seguramente, para Víctor y sus pupilos, conscientes de que la victoria es la única opción posible esta noche.

La Romareda, ultrajada durante la mayor parte de la pasada temporada, está lista. Todavía en agosto y en viernes, no habrá lleno en el estadio zaragocista, pero la entrada volverá a ser de gala. Porque el aficionado tiene ganas de fútbol. Y de Zaragoza. Y hambre. Mucho hambre. Ya lo dejó claro en la primera cita ante el Tenerife. Todo apunta a que el club anunciará en breve que se ha rebasado el número de abonados de la pasada temporada. La afición ha vuelto a cumplir. Ahora le toca al Zaragoza. Y el liderato, anecdótico si se quiere, contribuiría a disparar la ilusión y la licencia para soñar.