Víctor Fernández dio entrada a Pombo por Dwamena en el minuto 61 del partido contra el Extremadura y La Romareda se manifestó con nitidez: ovación para el canterano. Tabla rasa con lo ocurrido durante los últimos meses alrededor del futbolista y su incierto y mal llevado futuro, que por el bien colectivo ya es pasado. Después de cerca de un año de tiranteces, ofertas de renovación rechazadas, propuestas de salida también frustradas, búsqueda de destinos, de soluciones sin solución, enfados, tensión y el jugador incluido en la lista de descartes del entrenador y de la Sociedad Anónima, el final ha acabado siendo el principio. Pombo aceptó renovar la semana pasada y la trama quedó rematada… por donde se inició.

¿Para qué entonces lo que sucedió después? Visto el desenlace, ¿no era evitable? Efectivamente, lo era. En este caso ha habido una acumulación de errores cometidos indistintamente por todas las partes, la mayoría correspondientes al ámbito de gestión del problema, pero fundamentalmente lo que se produjo fue una estimación equivocada del valor de mercado del futbolista. La SAD creyó que podía obtener un dinero jugoso por Pombo y Pombo pensó que tenía un recorrido y una tasación que, de momento, no tenía cargando como cargaba con la obligatoriedad de generar un traspaso de cierta entidad, freno absoluto para cualquier aspiración personal sin la carta de libertad en la mano y con un contrato firmado y en vigor.

El asunto extradeportivo está por fin zanjado y La Romareda se posicionó con un afilado sentido común. Pombo continúa siendo futbolista del Real Zaragoza, uno más y de casa para sumar en esta maravillosa aventura hacia el ascenso. El foco pasa ahora al lugar del que nunca debió salir: el césped. Al delantero, un chico con unas condiciones físicas y técnicas importantes pero con detalles en la toma de decisiones por pulir, se le evaluará ahora por su rendimiento. La competencia ha crecido de modo significativo en el equipo este año. Entrar en el once está muy caro. Quien juega ya no lo hace por descarte, lo hace por elección. A Pombo le toca demostrar lo que vale.