Las 31 jornadas que ha disputado el Real Zaragoza en esta Liga de Segunda, su séptima en la categoría de plata desde que bajó en el 2013, le han servido para impulsarse hacia un puesto de ascenso directo a estas alturas del que no había disfrutado en las seis anteriores, una posición, la segunda, que permitía soñar con el retorno a la élite cuando la crisis por la epidemia del coronavirus lo ha hecho saltar todo por los aires. De la decisión que la Comisión de LaLiga y la Federación tome en su día, no antes del 25 de marzo, aunque los escenarios que ya se barajan son al menos de finales de abril para reanudar la competición, si es que se reanuda, dependerá ahora el éxito de una empresa en la que el Zaragoza se estaba haciendo acreedor por méritos de llevar a buen puerto, mucho más si se tiene en cuenta el año de pesadillas que ha vivido el equipo, con múltiples incidentes, con dos bajas por enfermedad cardiaca (Etinof y Dwamena), dos más de larga duración y además de pesos pesados del vestuario como Zapater y Ros, tres aplazamientos, juicios de por medio y muchas lesiones, sobre todo en la primera vuelta.

A todo eso se ha sabido reponer el equipo, lanzado en el tramo decisivo pese a que las curvas llegaron desde antes de empezar la temporada, cuando Etinof, fichaje con el aval de Lalo Arantegui, no pasó por un problema de corazón el reconocimiento médico cuando ya se había anunciado su contratación, cerrada antes de que Víctor aceptara continuar en el banquillo no sin suspense previo. El verano tuvo en la confección de la plantilla puntos de fricción entre el entrenador y el club, sobre todo con la venta de Pep Biel al Copenhague, la salida frustrada de James Igbekeme y la no llegada de un delantero (Sergio García) y un centrocampista que demandó el técnico. A pesar de eso, el Zaragoza comenzó bien el curso, pese a que James, básico para el entrenador, empezaba a encadenar lesiones musculares (ha sumado un total de cinco) y Kagawa dejaba casi desde el inicio la idea de que estaba demasiado lejos de su mejor versión.

Tres aplazamientos antes del global en la actualidad

En ese arranque llegó el aplazamiento del partido ante el Fuenlabrada, el primero, por la indisposición de hasta 17 jugadores del conjunto rival. El choque se disputó casi un mes después, el 16 de octubre, con derrota zaragocista, un cambio que sentó mal al equipo, al que no le vinieron tan negativamente los aplazamientos ante el Sporting, solo de cuatro días por una gripe, ya que ganó, y el de la lluvia en Anduva, solucionado con unas tablas en pleno despegue del equipo. Mientras Zapater digería que operarse de la rodilla era la única salida, lo que hizo a finales de octubre, a principios de ese mes llegó el gran mazazo del curso, con la enfermedad cardiaca de Dwamena, que alteró de pleno el guión zaragocista, ya que era la gran apuesta económica y goleadora de la temporada y solo jugó 9 partidos. El ariete cedido por el Levante y por el que se asumía una ficha de 800.000 euros tuvo que dejar de inmediato la práctica del fútbol y ya ha sido operado, aunque su retorno a los campos sigue siendo una quimera.

Esa baja del ghanés dejó en estado de shock al cuerpo técnico y a la plantilla y el club, que también había empezado el curso en el punto de mira por el juicio del presunto amaño Levante-Zaragoza en Valencia, del que después fueron absueltos tanto la entidad como los jugadores, comenzó una búsqueda de un sustituto que tardó más de un mes tras caerse las opciones de Jonathas y Poveda y apostar por otro perfil de delantero, con Puado, que llegó a mediados de noviembre.

Tocó fondo el Zaragoza en ese mes, donde perdió por lesión a Cristian y a Atienza y vio recaer hasta dos veces a Vigaray de sus molestias. Hasta el parón navideño tuvo que tirar sin tres de sus jugadores básicos en su muro y además el Pichu fue detenido y puesto en libertad con cargos dentro del ‘caso Oikos’, por presuntamente aceptar una prima del Huesca cuando era jugador del Reus. El juez del Juzgado de Instrucción Número 5 de la capital oscense acaba de imputar al zaragocista y a toda la plantilla del conjunto reusense por este motivo.

Con todo, el Zaragoza, en un momento con muchos frentes abiertos y con bajas, se levantó en noviembre y en diciembre para acabar quinto la primera vuelta tras después de caer en el derbi en Huesca. El despegue, tras recuperar a jugadores básicos y con fichajes fundamentales como Puado o El Yamiq, llegó a partir de enero para que sea con 22 puntos de 30 posibles el mejor equipo de la segunda vuelta. Aun tuvo, sin embargo, que vivir una incidencia más con la lesión de Javi Ros, segundo capitán del equipo tras Zapater, lo que llevó al Zaragoza a fichar a un centrocampista en el tramo final del mercado de enero (Dani Torres, algo menos inédito hasta ahora que André Pereira, el 9 finalmente fichado) y a apostar por Burgui cuando la operación de Ros dejó claro que iba a ser baja para unos cinco meses.

A todo eso se ha sobrepuesto este Zaragoza de Víctor, al que ya se le ha levantado otra muralla, esta infinitamente más elevada con el coronavirus, como al resto del fútbol mundial y de toda la sociedad. Una barrera que deja en suspenso un camino que parecía claro con destino a subir. LaLiga está decidida a acabar el campeonato como sea, aunque sea a puerta cerrada, pero habrá que ver cuánto dura el parón y cómo sienta este al equipo más en forma de Segunda, mientras que si por la suspensión tiene que decidir la Comisión de la patronal de los clubs y la FEF, o en un último caso su presidente, Luis Rubiales, puede dejar el campeonato como se ha quedado, lo que beneficia al Zaragoza y a su ascenso, anular los resultados y dejarlo desierto, que supondría su continuidad en Segunda, o hacer valer los resultados de la primera vuelta, en la que circulaba en quinta plaza, es decir en 'playoff'.