Un solo dato basta para explicar muchas cosas. El Real Zaragoza no dejaba la puerta a cero desde el último partido antes del parón por el coronavirus, el 8 de marzo (0-1 en Málaga). Lo volvió a hacer en Elche, lo que le permite conservar todas las opciones de clasificarse para la última eliminatoria mañana en La Romareda. Cinco meses después el equipo aragonés recuperó algo que echó en falta en el tramo final de la competición, en el que encajó 23 goles en once partidos: una mayor seguridad defensiva. Víctor Fernández pudo alinear al fin a Guitián y El Yamiq en el centro de la defensa y el equipo lo agradeció.

Es una de las cosas buenas que ha dejado este segundo parón al que se ha visto abocado el equipo después de todo el lío del Dépor-Fuenlabrada. Víctor ha podido recuperar jugadores importantes, sobre todo atrás, y el Zaragoza mostró en el Martínez Valero una imagen bien distinta. Mejor plantado, sin sufrir en exceso atrás y, sobre todo, sin errores absurdos y evitables que antes costaban goles. Según las estadísticas oficiales, el Elche solo remató cuatro veces, ninguna a puerta, por las 18 del Real Zaragoza. En ello tuvo algo que ver, por supuesto, la expulsión de Jonathas a la media hora de partido. El delantero del Elche vio la roja directa tras una acción con El Yamiq, que mostró una versión más parecida a la de antes del parón que a la de después.

El marroquí pudo, al fin, volver al césped. No jugaba desde el 29 de junio, cuando se lesionó en el partido frente al Huesca con una rotura en los aductores. Antes cayó Alberto Guitián, que sufrió un edema óseo en el primer encuentro de la reanudación, frente al Alcorcón el 13 de junio. En condiciones normales, sin esta dilación final que ha llevado el playoff a las fechas habituales en las que el Zaragoza debería estar disputando el torneo Lapetra, ninguno de los dos hubiera podido ayudar al equipo. Su regreso es la mejor noticia para el Zaragoza. «Hemos recuperado al centro de la defensa», resumió Víctor Fernández al término del encuentro del jueves.

LA RACHA / Desde luego que el equipo echó de menos el instinto depredador de Luis Suárez y la electricidad de Puado, lo que sirve para explicar el otro cero, el de los goles a favor. Pero al menos el regreso de Guitián y El Yamiq sirvió para cortar la sangría que venía padeciendo el Real Zaragoza. Desde aquel 0-1 en La Rosaleda no había habido un partido sin que Cristian recogiera un balón de su red. El confinamiento, los más de tres meses sin competir, cortaron de raíz las alas del Real Zaragoza, que volaba camino de Primera como no lo había hecho en sus seis años anteriores en Segunda. En los once partidos de la vuelta a la competición, el conjunto de Víctor Fernández solo sumó tres victorias y un empate. El resto, todo derrotas. Siete.

Y las últimas, especialmente dolorosas, aquel 2-4 del Oviedo en La Romareda y ese 4-1 en Albacete que dibujaban un equipo derrotado y perdido, cada vez más lejos de su objetivo. En Elche, en cambio, se vio un conjunto más entero físicamente, más seguro. Las tres semanas de espera le han servido al Real Zaragoza para recargar pilas y recuperar jugadores. Porque los de Guitián y El Yamiq no fueron los únicos regresos. También pudo volver a colocarse el brazalete de capitán Javi Ros, que no lo hacía desde el 25 de enero frente al Numancia. En este caso, al navarro le aguardaban cuatro o cinco meses de baja después de ser operado de su rodilla y su vuelta no se esperaba hasta el nuevo curso. En estas circunstancias es una bala más en la recámara del Zaragoza.

Todas son pocas para intentar el asalto a la Primera División en el césped. De momento, el Real Zaragoza debe superar al Elche este domingo en La Romareda. Por supuesto, le clasifica la victoria, pero también lo haría un empate a cero después de 120 minutos de juego. Es el único privilegio que le queda como tercer clasificado, pues el factor cancha queda diluido al no haber público en las gradas. Desde que los aficionados no pueden ir a La Romareda el estadio zaragocista ha dejado de ser un fortín. Tras el parón por el coronavirus el equipo acumuló cinco derrotas consecutivas en casa, algo nunca visto en Segunda, solo rotas en la última jornada ante la Ponferradina para acabar en tercera posición.