Lo mejor de la temporada actual es que por fin echa hoy el cierre. Ha sido un curso decepcionante y gris, lleno de agonía y de mediocridad futbolística en el que el Real Zaragoza ha estado lejísimos del objetivo de recuperar la máxima categoría, la que por historia y afición merece, la que le obligan sus urgencias económicas, y hasta vio de cerca el fantasma del descenso a Segunda B, de funestas consecuencias, un regate en el que la llegada de César Láinez fue providencial.

El Tenerife llega a La Romareda con los deberes hechos y solo pendiente de ratificar su puesto final en el playoff, un aspecto no tan menor, pero secundario. Ahora es quinto y aspira a ser cuarto, lo que le daría el factor campo en la primera eliminatoria. El Zaragoza, tras el pacto tácito ante el Girona con el empate para firmar la salvación, juega el partido con todo hecho y con el único aliciente económico de la posición final. Entre acabar en el puesto 12 y hacerlo en el 17 hay unos 200.000 euros de diferencia en la retribución televisiva, en el 15% que depende de la clasificación de la última temporada.

Eso es lo único que hoy pone de verdad en juego el Zaragoza. Lo otro es el orgullo y la capacidad de dignificar la competición, porque los rivales del Tenerife seguro que quieren que el conjunto zaragocista dé su mejor versión. No parece, sin embargo, que sea el mejor día para ello. Láinez, en su último partido con el primer equipo y una vez renovado para volver al filial, no ha citado a Marcelo Silva y Cabrera, que no se despedirán sobre el césped. Tampoco lo hará Ángel tras precipitarse su salida del club después de sus desafortunadas declaraciones, aunque luego se disculpara, deseando la victoria tinerfeña y su intento de conquista del Pichichi porque el Zaragoza no se jugaba nada en el envite.

LA SENTENCIA DE LA ROMAREDA / El exabrupto de Ángel, la negativa, plasmada en Instagram, de Lanzarote a la invitación a irse, que realmente es una reclamación del año de contrato que le queda, el anuncio oficial de que Delmás, Zalaya y Lasure tendrán ficha del primer equipo, la posible retirada de Cani, el lento aterrizaje de Natxo González, que llegará la próxima semana, la merecida y hace tiempo pactada renovación de Láinez... La semana ha dado para mucho, menos para hablar del partido, también porque el club ha acumulado noticias (cantera, Láinez, el despido encubierto de Ángel) para hablar de muchas cosas. Aun así, se intuye en la SAD la muestra del enfado de la grada, que ya se vivió con claridad cuando el Rayo empató en el último minuto.

¿Cómo reaccionará la afición hoy? La temporada merece, desde luego, toda la crítica, porque ha sido triste y decepcionante, lo que señala directamente al equipo y a los gestores de la entidad. Sin embargo, esas reacciones de la hinchada rara vez son muy claras cuando están tan diferidas en el tiempo. El enfado mayor es el que nace espontáneo. Y ese se vio de forma notoria frente al Rayo. Eso sí, en el partido hay también un aire de plebiscito que es otro de sus alicientes.

RAÍ Y LASURE / Lo mejor del encuentro es que marcará el estreno en Liga de Lasure y Raí como titulares, ya que Delmás arrastra molestias. También parece que jugará de inició el central Jorge Adán, como pareja de Valentín, antes que Guti en la medular. Tres como máximo de salida. La reglamentación exige tener al menos siete futbolistas profesionales sobre el campo en todo momento. Ratón y Pombo, indiscutibles y con ficha del filial, no jugarán. Lo hará seguro el meta Saja en su despedida y no parece que Lanzarote y José Enrique, a los que el club busca una salida, jueguen de inicio. No tendría demasiado sentido. Sí saltará al césped Cani, en el que puede ser su último partido oficial con la puerta de su retirada abierta y pendiente de su meditación pese al año de contrato que le queda.

La idea en el Zaragoza sería despedir esta temporada tan horrible con un pequeño trago dulce. Siempre es mejor echar el telón con buen sabor de boca tras tanta amargura. El Tenerife, sin sus apercibidos Camille, Suso y Amath, para guardarlos de cara al playoff, y sin los lesionados Rachid e Iñaki, marca el adiós del curso zaragocista y el inicio oficial de la era de Natxo González, el quinto año consecutivo en Segunda. Ojalá sea el último.