El distanciamiento entre Agapito Iglesias y Jesús García Pitarch, entre el propietario y el director general, ya se venía fraguando desde hace meses, pero alcanzó su punto álgido en la desautorización pública al comunicado del Zaragoza como respuesta a Movilla el 25 de marzo. Ahí, más que una defensa del centrocampista, el empresario soriano terminó de cavar un profundo abismo que ha hecho que ahora la SAD viva un claro problema de desgobierno. El accionista mayoritario ha demostrado con hechos que ya no confía en Pitarch, a quien contrató el pasado verano como director general para tres años, pero no ha dado el paso de despedirlo y ahora mismo el ejecutivo valenciano no parece estar tan implicado como antes en su trabajo.

Pitarch, y sus colaboradores, asumen que a partir del 30 de junio no van a continuar en la SAD y los asuntos más delicados, los que van más allá del día a día y tienen más proyección futura, están aparcados o delegados en las manos de Francisco Checa, consejero y secretario general. Desde esa situación de desgobierno se entiende la falta de acuerdo para el finiquito de Paco Herrera, la necesaria negociación con Hacienda o no trazar las líneas para la próxima temporada, de forma independiente de cuál sea el escenario deportivo. Esos asuntos están ahora en manos de Checa o sin tener un abordaje claro.

El asunto más claro es la negociación con Herrera, que fue despedido el 17 de marzo y con el que no hay acuerdo para su finiquito. Pitarch se ha desentendido de ese pacto, que camina ahora hacia un acto de conciliación y, en caso de que no haya acuerdo, a una demanda. El técnico catalán tenía contrato la próxima campaña y estaba dispuesto a cobrar en mensualidades. Pero la oferta del club que, en caso de que Herrera encuentre equipo para la próxima temporada, implicaría dejar de cobrar cantidades de la actual, está muy lejos de ser aceptada por el entrenador. Así que de momento Herrera pertenece aún al Zaragoza, que no podría empezar la próxima temporada si no soluciona esta circunstancia, lo mismo que si se mantiene el embargo de taquillas de Romaric o si denuncia antes del 31 de julio alguno de los jugadores, que han cobrado las nóminas hasta mayo pero no la primera parte de la ficha y que saben que la segunda, la que acaba el 30 de junio, también se retrasará. Y ese retraso será mayor cuanto peor sea el escenario deportivo del un equipo alejado del ascenso y que tiene que luchar aún por salvarse.

Pitarch, que hizo una oferta pública a Agapito para comprar sus acciones, que luego retiró, tendrá que llegar a un algún tipo de acuerdo con Agapito para su salida, porque existe cláusula de desenganche por los dos lados. El empresario soriano, con varios casos pendientes con la Justicia, parece más decidido que nunca a vender el Real Zaragoza, pero antes la entidad zaragocista debe afrontar hasta junio, cuando finaliza el curso, meses importantes para su supervivencia económica.

El Zaragoza necesita unos cinco millones de euros para finalizar el curso y, salvo que aparezca un inversor o alguien que compre el club, se tendría que realizar una ampliación de capital y en ese caso debería realizarla el propio Agapito en solitario. Algún miembro del Consejo ya ha deslizado esa posibilidad en alguna reunión. El club debe pagar, por ejemplo, la totalidad de las fichas de los jugadores, salvo las nóminas, y eso supondría ya unos 2,6 millones de euros.