Hizo el Real Zaragoza en Cartagena su mejor partido como visitante de la temporada de largo y no le sirvió para sumar su primer triunfo lejos de La Romareda. En la jornada 20, ojo al dato y al momento del curso. El efecto JIM se está notando, el barco poco a poco va cogiendo un rumbo a favor del viento y, aunque sigue lejos de atracar en buen puerto, está dando síntomas de mejoría. El enfermo se está estabilizando y respondiendo bien.

En Cartagena apenas concedió el Real Zaragoza atrás, tanto que encajó en una falta totalmente innecesaria de Jair y con un despiste morrocotudo de la defensa, con especial atención (o más bien la falta de ella) del Toro Fernández, que fue un espectador de lujo del gol. Y en ataque, especialmente en la segunda mitad, el equipo aragonés las tuvo de todos los colores, sabores y texturas, pero el año nuevo y Papá Noel no han traído efectividad. Veremos si los Reyes Magos y Torrecilla lo consiguen.

El Zaragoza tuvo una puesta en escena, salvando tramos soporíferos de la primera mitad, más que aceptable. Hay que poner en relieve al adversario y sus circunstancias, que no difieren mucho de las blanquillas, pero los aragoneses quisieron y merecieron más que unas tablas. Sobre todo quiso ganar cuando fue empatando y quiso ganar cuando fue por debajo, algo que no era habitual hasta ahora. Eso es carácter y ahí JIM está teniendo bastante que decir.

Pero el ataque fue una desgracia. Al menos, comparado con el Real Zaragoza de Baraja, el equipo llega, tiene más recursos y los sabe explotar mejor, pero falló tanto que fue desesperante. Y no es un mal nuevo, porque incluso las dos últimas victorias contra el Fuenlabrada y el Lugo llegaron tras encuentros similares, de escopeta de feria.

Por resumir, en la primera parte hubo una aproximación peligrosa de Vigaray y el palo de Zanimacchia y, en la segunda, el zapatazo cruzado de Vigaray, el tiro de Francho desde el área, la mordida de Jair, la transición a las nubes del Toro Fernández, la rosca flojita de Bermejo, otro cabezazo del Toro y el mano a mano del uruguayo que paró Marc. Y todo ello sin olvidar el gol anulado a Narváez. Un festival de ocasiones que podría haber dado para goleada.

Y en este disparate de errores emergió el debate del potencial. Iván Azón, el chico de 17 años que se había ganado el puesto a pulso por su lucha, entrega y corazón, vino al rescate del Real Zaragoza con un gol de ariete puro. Parece poco, pero logró aquello que a todos los puntas salvo a Narváez se les escapa. Y ya van dos junto al copero contra la Gimnástica.

Mientras, el Toro Fernández desespera. Torrecilla salió en su defensa, JIM ha hecho lo propio esta semana en una entrevista con este diario en la que dijo que tiene «un potencial de la leche» y que el mejor fichaje sería que volviera a su mejor nivel, pero su desempeño sigue estando lejos de cualquier estándar aceptable. En juego aporta poco, en actitud lo justo, como demostró en el gol del Cartagena, y tampoco suma goles. Más oportunidades y minutos mientras que quizá el del potencial de la leche esté en casa.