El fútbol es severo e inflexible. Por muy grande que sea la ilusión que lo acompaña, y la que tiene detrás este nuevo Real Zaragoza es abundante, en trayectorias sostenidas los partidos siempre se acaban ganando, perdiendo o empatando de acuerdo al nivel de tus jugadores e independientemente del grado de empatía externa con ellos y con el proyecto que representan. El Zaragoza ha completado el primer mes de competición sin ganar ni en Liga ni en Copa, con tres puntos de doce posibles, y muchas más dudas hoy que las que había hace cuatro semanas, cuando la esperanza estaba desbordada y seguramente cegaba parcialmente la realidad.

En este tiempo, salvo en la segunda mitad contra Osasuna y algunos buenos minutos, pocos pero algunos, en Huelva y ante el Sabadell, el equipo de Víctor Muñoz ha sido incapaz de dominar la escena, de jugar con la pelota y no corriendo detrás de ella y de combinar como sí lo hacen sus rivales. Ayer ni siquiera contra diez en la segunda parte. Hasta ahora, en peso futbolístico ha parecido peor que casi todos sus oponentes. Lo que se ve no anuncia grandes alegrías. Pero esto no ha hecho más que comenzar.

Entre ese mar de sombras, y los extraordinarios chispazos que son cada uno de los goles que marca este equipo --el de Borja Bastón, magnífico de nuevo--, ha aparecido una luz deslumbrante que oculta al resto. En Huelva lo anunció y a cada partido, excepción hecha del desastre colectivo del Mini Estadi, lo ratifica. Con 17 años y recién estrenado en el fútbol profesional, Vallejo es el mejor jugador del Real Zaragoza en estos momentos. Su figura sobresale en la defensa: en la anticipación, en la concentración, en la personalidad sobre el campo, en la colocación, en la capacidad para enmendar el error del compañero, en la ejecución del primer pase...

Jesús Vallejo es la luz que alumbra el futuro de este Real Zaragoza tan titubeante, en el que ayer otros dos canteranos (Whalley, seguro toda la tarde, y Suárez, incisivo en varias acciones) fueron casi las únicas buenas noticias, comprobado como está que Álamo se empeña en acabar mal por tozudez y egoísmo lo que tan bien empieza. Bien haría el Zaragoza en blindar pronto a la joya que tiene en su defensa.