Cristian Álvarez, Vigaray, Atienza, El Yamiq, Nieto, Eguaras, Guti, Soro, Puado y Luis Suárez. Diez hombres elegidos por Víctor Fernández para un destino: el asalto a la Primera División. Salvo lesión, causa disciplinaria o razón extraña, todos ellos han sido fijos para el técnico, algunos con un ratio del 100% y el resto en números muy cercanos a la totalidad. Es la constatación de que el entrenador ha encontrado un equipo, de que tiene claro quiénes y cómo mezclarlos. En plantillas que solo disputan una competición, y por lo tanto expuestas a un desgaste físico más limitado, la estabilidad en las alineaciones es sinónimo de que todo marcha. Nadie cambia lo que funciona. El Real Zaragoza va bien.

En el once inicial solo ha fluctuado una pieza: Burgui o James. El nigeriano más para los partidos fuera de casa, al objeto de reunirlo en el centro del campo con Eguaras y Guti y fortalecer esa zona, y el extremeño para atacar con todo en casa, en la más pura esencia identitaria de Víctor. Sobre las espaldas de estos doce hombres recaerá buena parte de la suerte del Real Zaragoza en esta apasionante recta final de la temporada. El ascenso está básicamente en sus piernas. Por hechos consumados son los mejores jugadores del Zaragoza y los que tácticamente han ajustado de manera más perfecta.

Sin embargo, y aunque entre ellos asumirán la mayor parte del minutaje, hay varios futbolistas, los suplentes más cercanos a los titulares, que deberán tener un papel principal cuando la coyuntura les mande al primer plano para que el rendimiento colectivo no se resienta. El ascenso también estará en la productividad de Torres, Guitián, Blanco, Clemente, Pereira, casi inédito y del que Víctor espera mucho, o hasta del melancólico Kagawa.