A cada cosa que salta a la luz pública queda más de manifiesto, si es que todavía no lo estaba suficiente, el desmadre económico en el que ha vivido el Real Zaragoza en los últimos años, en la época preconcursal y también en la postconcursal, cuando todo debía ser supuestamente ordenado y más cabal aunque en realidad no lo fuera. Resulta que a cada cajón que uno abre en las oficinas de la SAD o a cada alfombra que se levanta, el susto es morrocotudo. El último caso es el de Tarsi, que en el supuesto de jugar diez partidos con el primer equipo, un escenario que está muy a su alcance, pasaría a cobrar un sueldo de 150.000 euros. Y, claro, el club, que atraviesa dificultades para llegar a fin de mes, para pagar con decoro a sus proveedores y hasta a sus propios trabajadores --a los millonarios y a los mileuristas--, no puede hacer frente a la subida. Por eso, le va a proponer una rebaja de esa cantidad hasta los 80.000, cerca de lo que percibe Cortés, por ejemplo, o incluso más que otros como Acevedo.

En la era de Agapito los destrozos han sido innumerables, pero en los dos últimos años se han hecho barbaridades. Las renovaciones y al precio que fueron de Movilla, Paredes o José Mari, la astronómica ficha de Romaric... Por aquel entonces, cuando el dinero de Monopoly seguía corriendo a espuertas --se compra, pero no se paga...--, la SAD ya había merodeado la quiebra y pasado por un concurso. Dio igual. La irresponsabilidad de los gestores, que ahí siguen, fue histórica. Y hoy, a pagar todos los platos rotos.