Raphael Dwamena mantiene intacta su intención de seguir jugando al fútbol y ahora mismo la decisión del delantero, cedido por el Levante al Zaragoza y de baja por una afección cardiaca desde noviembre, se centra en buscar acomodo en Dinamarca, toda vez que ya conocen su empresa suiza de representación y el propio futbolista que en España no va a poder seguir jugando al fútbol. El ariete ya tiene el aval de un médico en Suiza para poder seguir jugando al fútbol, pero la legislación española en materia deportiva impide la práctica del deporte profesional si se lleva un DAI (Desfibrilador Automático Implantable) y al delantero ghanés se le implantó en enero pasado.

Dwamena, tras continuar en los comienzos de julio su rehabilitación en la Ciudad Deportiva, se marchó a Suiza hace algo más de una semana y sus agentes le están buscando acomodo en Dinamarca o en Noruega, aunque sería el primer destino el más factible. El Levante, propietario de los derechos del jugador, está a la espera de reunirse con el punta para tomar una decisión definitiva, bien buscar la rescisión de su contrato, al que le quedan dos años, o una cesión a algún club, siempre con el imprescindible aval médico, para ver si la entidad granota puede liberar parte de la pesada ficha del jugador, que asciende a 800.000 euros. En el club valenciano se asegura que esa decisión todavía no se ha tomado y, en todo caso, la iniciativa de Dwamena para buscar acomodo es de momento a título personal.

La primera intención del jugador era seguir en España, pero esa legislación lo impide, aunque eso no ha frenado su determinación. Dwamena, en los dos últimos meses, ha incrementado su trabajo en los entrenamientos en el Zaragoza, con cambios de ritmo, esprints o tiempo de trabajo grupal, y ha dado una muy buena respuesta, dejando claro que está muy en forma. De hecho, hasta el futbolista se planteó jugar en la parte final de esta temporada, pero el Zaragoza en ningún caso habría aceptado y tampoco el Levante lo hubiera visto con buenos ojos.

El ariete fue dado de baja por el Zaragoza en noviembre pasado tras sufrir en octubre varios episodios de mareos en algunos partidos y en algún entrenamiento. El último encuentro que disputó fue ante el Cádiz el 9 de octubre, con 649 minutos y dos goles antes de que tuviera que dejar la práctica del fútbol de forma indefinida. Estuvo consultando diversos especialistas, en Barcelona, en Zúrich y también en Ghana, su país de origen, y fue intervenido con éxito en el Hospital Universitario Miguel Servet de la capital aragonesa a finales del mes de enero. La operación constó de dos fases: una primera que consistió en la realización de un estudio electrofisiológico y, posteriormente, el implante de un DAI que le proteja en caso de aparición de arritmias graves. El punta, ejemplo de profesionalidad y de buen carácter, ha dejado una profunda huella en el vestuario zaragocista, donde todos se han volcado en su apoyo en estos meses. De profundas convicciones religiosas y muy implicado siempre en el apoyo a causas solidarias, tiene el cariño de todo el club.

Dwamena está, pues, decidido a seguir y su buen papel en el Zürich, antes de fichar por el Levante por 6,2 millones de euros en el 2018, le hace tener buen cartel en varios países. El problema es su historial médico, con el riesgo que puede conllevar esa apuesta para cualquier club. En el 2017 Dwamena estuvo a punto de fichar por el Brighton, pero no pasó el reconocimiento médico por un problema de corazón, al que encontró remedio con la implantación de un holter.