El primer día se quedó afónico. Lo achacó al aire acondicionado, pero lo cierto es que Imanol Idiakez se dejó la garganta en el entrenamiento a puerta abierta que preparó el club y al que acudieron cerca de cien aficionados. El entrenador del Real Zaragoza mostró su manera de concebir el trabajo diario: muy activo, encima de sus futbolistas y con el balón como centro del universo. Moderno y adaptado a su tiempo, lejos de aquellos entrenadores de antes, y no tan de antes, para los que primero era correr, luego correr, y por último, correr. Idiakez está dando sus primeros pasos como responsable máximo del equipo, tiempo de verano en el que se dedicará a sembrar para recoger en once meses.

Está empezando, pero desde el primer día está completamente concienciado sobre cuál es una de sus principales tareas, además de hacer jugar y ganar al Real Zaragoza. Mantener con toda su viveza la extraordinaria corriente de ilusión que se generó en torno al equipo en los últimos meses de la campaña pasada y que, según dijo ayer, se ha quedado grabada en el corazón del vestuario y de cada uno de sus futbolistas. Energía le gusta llamarla a él. Hoy y mañana en la Ciudad Deportiva, desde el domingo en Boltaña y, luego, en los partidos de preparación. Con un objetivo: llegar fuerte al inicio de Liga y no tirar por la borda puntos de los que luego acordarse entre lágrimas.