Ídolo en el Celtic, habitual con la selección griega, la llegada de Samaras al Real Zaragoza en febrero del 2017 despertó una expectación sin precedentes por un fichaje en Segunda División. Apenas jugó y el año pasado se retiró para comprar el OFI Creta.

-¿Por qué dejó el fútbol profesional a los 33 años?

-Hubo dos factores fundamentales en la decisión. Primero, llevo tres años peleando con un problema en la espalda que no me deja estar al 100% y, segundo, llevaba también tres años trabajando en este proyecto. A principio de temporada, por fin, se dieron las opciones de que pudiera salir. Así que juntando ambas cosas era el momento de no forzar el cuerpo más y aprovechar para el futuro.

-¿Por qué el OFI Creta necesitaba su ayuda?

-En primer lugar debo decir que el OFI es mi casa, Creta es mi casa y la de mi familia. Mi corazón siempre ha estado aquí y siempre he tenido el sueño de acabar jugando aquí o trabajando para el club de alguna manera, lo he dicho en muchas entrevistas a lo largo de mi carrera. Este es el único club en el que hubiera vuelto a jugar en Grecia. A partir de ahí el OFI tiene problemas económicos, está en una baja división, como le ha pasado a muchos clubs con la crisis griega. El OFI no estaba esperándome sino que estaba hablando con varios inversores, estudiando diferentes propuestas y proyectos. Pero sobre todo el club buscaba gente limpia, que cuidara no solo el club sino también la comunidad, que forma parte de esta isla. Ahí es donde nuestros caminos se cruzan.

-¿Qué proyecto presentó?

-El objetivo es estar cómodos económicamente. Y luego seguir creciendo para llegar a tener un balance positivo. En cuanto a lo deportivo sabemos dónde estamos en la tabla y la prioridad era mantener la categoría. Pero lo prioritario es construir la base porque sin una buena base el club no tiene apoyo. Tenemos un plan deportivo, por mi experiencia en Europa y en todo el mundo, para construir una base muy europea.

-Habla de su experiencia europea. ¿Toma algún club de los que ha estado como modelo?

-Todos los clubs en los que he estado me han dado algo que me va ayudar en el futuro. Por ejemplo, en Holanda, en el Herenveen, aprendí muy bien cómo funcionan las academias dando oportunidades a los jóvenes. En el Manchester City aprendí cómo estar en un gran club y que el jugador se sienta cómodo, no necesite nada más y pueda estar enfocado en su fútbol porque está bien cuidado. En Estados Unidos aprendí de la gestión, del márketing deportivo, de los requisitos para construir un nuevo club y organizarlo bien porque era una nueva franquicia. En Zaragoza el estilo, el tiqui-taca, cómo jugar y cómo esto se plantea desde la base hasta arriba, convertirlo en una ideología, en un estilo de juego.

-Es el vicepresidente del OFI. ¿Qué funciones tiene?

-Nuestro dueño inversor es griego americano y vive en Estados Unidos, así que este peso de la vicepresidencia cae en mis manos. Soy la persona que está en el club y todo lo que tengo que hacer con la organización a nivel deportivo y económico viéndolo desde arriba, porque hay gente en cada puesto, es cosa mía. Es la típica función de un presidente.

-Su padre, Ioannis Samaras, es el nuevo director deportivo. ¿Cómo es estar por encima de su padre en la estructura del club?

-Nuestra familia es fútbol. Mi padre jugó en el club y con la selección. No importa que estemos en casa o en el estadio, el fútbol siempre domina nuestras conversaciones. Es una persona a la que conozco muy bien y es de los más leídos en el desarrollo del fútbol y las academias, sobre cómo organizar esto y formar jugadores. Estamos trabajando juntos pero en diferentes puestos, nuestra oficina no está una al lado de la otra. Cuando estamos sentados en la mesa por la noche mi madre y mi hermana escuchan todas las broncas (ríe).

-Ioannis Samaras fue una estrella del fútbol. ¿Cómo lo vivió usted de niño?

-En los ochenta y noventa con Gerards como entrenador fue un jugador importante del OFI y también en el Panatinaikos y en la selección. Durante mi juventud nunca sentí su fama en casa, él es de bajo tono y una persona muy sencilla, así que nunca nos afectó en casa. Seguramente me ha formado desde pequeño y ha puesto el fútbol en mi sangre. Él siempre ha buscado viajar por todo el mundo para aprender más sobre cómo formar jugadores jóvenes no solo a nivel futbolístico sino también en su educación, para formar jóvenes educados y juntar ambas facetas. Trabajó también en Holanda, con la FA en Inglaterra. El trabajo más importante que ha hecho a nivel de formación han sido sus siete años en el Panathinaikos. El año pasado empezó en el AEK, comenzando de cero, pero se lo he robado para mi equipo (ríe).

-¿Su ídolo de pequeño era Michael Jordan?

-Mi padre me despertaba a las cinco de la mañana para ver el segundo tiempo del partido de los Bulls y luego me iba a la escuela directamente. Y por la tarde a jugar al fútbol.

-¿Usted se formó en el OFI cuando su padre formaba parte de la primera plantilla?

-Efectivamente. El OFI ha puesto la base de mi identidad como futbolista, de cómo amar un club y luchar por un escudo. A los dieciséis años me fui a Holanda y allí es donde me completé en cuanto a aprender a jugar al fútbol. Diría que el OFI fue el colegio y el Herenveen, la universidad, futbolísticamente hablando.

-¿Cómo fue el cambio a Holanda con solo 16 años?

-No fue nada fácil. La diferencia entre la vida diaria de Grecia y Holanda es muy grande. El idioma fue un problema hasta que lo aprendí. Los primeros tres meses diré claramente que tuve una depresión y pensamientos de qué hago aquí, tan lejos de mi familia, mis amigos. Pero el fútbol me mantuvo vivo. Por eso he hecho lo que he hecho, porque he sido fuerte para aguantarlo, seguir para adelante.

-¿Qué se encontró en la Premier cuando fichó por el Manchester City?

-Un fútbol muy distinto, diferente de Grecia y de Holanda, diferente velocidad, diferente físico. Con 20 años ir a la Premier no fue nada fácil tampoco. El City es un grandísimo club y hubo muchos cambios en los tres años que estuve pero tuve la suerte de que aparecieron las personas adecuadas y el respaldo para llevarme a un club como el Celtic y poder enseñar mi mejor nivel y conseguir logros.

-¿Qué significa el Celtic?

-Dicho brevemente, puedo definir el Celtic como mi fútbol. Es el equipo donde estuve siete años con muchos éxitos, me sentí muy querido por todos en Glasgow. Una relación de afecto por ambas partes y por muchos años, que es algo muy bonito.

-¿Se siente un ídolo del Celtic?

-La verdad es que no me gustan esas palabras como ídolo o héroe. Fue una época muy muy feliz para mí a nivel personal y futbolística donde di el 100%. Y si he podido añadir una página a la historia del Celtic, genial. Si he dejado una línea o ninguna está bien también. Pero yo sigo queriendo al club y siempre estará en mi corazón.

-¿Cómo surgió su amistad con Jay Beatty, el aficionado del Celtic con síndrome de down?

-Estábamos jugando un partido de clasificación de Champions en Irlanda y en el calentamiento saltó y estuvo corriendo con nosotros en el campo. Después del entrenamiento el padre se me acercó y me dijo que era fan del Celtic por mí y así empezó una relación con el niño y su familia. Antes de que lo supiera todo el mundo y fue una cosa que salió sin querer, una acción que salió del cariño que nos teníamos, no por mostrar nada.

-¿Cómo fueron sus experiencias en Arabia y Estados Unidos?

-En Estados Unidos aprendí mucho de la vida sin el fútbol porque pasé una lesión y te despiertas un día y ya no puedes hacer lo que estás haciendo. Ahí empecé a pensar en lo que tenía que ser mi próximo paso con mi vida y lo que tenía que hacer para conseguirlo. Estados Unidos, en general, tiene una organización tremenda en sus deportes. Arabia supuso un cambio drástico, también como forma de vida. Es difícil no tener la familia cerca y algunas cosas allí que no puedes hacer por su cultura y esto hay que respetarlo, lo respeto un montón. El club era un grande y estoy muy agradecido, una muy buena organización, tenías lo que necesitabas. Jugué la Champions de Asia, peleábamos la Liga, pero no me sentía bien. Era muy difícil integrarme y eso fue culpa mía.

-¿Cómo le llegó la oferta del Real Zaragoza?

-Jugaba en una franquicia del Rayo, en Estados Unidos, y por contactos y gente que me seguía, me llegó la oferta del Zaragoza. Es un club histórico de España y tenía mucha ilusión por jugar allí.

-Generó una gran expectación. ¿Recuerda su recibimiento?

-Fue algo muy positivo, una llegada muy bonita por la que estoy y siempre estaré muy agradecido. Me gustó la ciudad mucho, la gente también, el club... Todo era muy bonito. Me fui de allí con la idea de que es un club histórico que no se merece estar en Segunda. Ha sido uno de los clubs de toda mi carrera en los que más rápidamente me he relacionado con todo el mundo del club, del vestuario y de todo el entorno. Me integré muy bien, incluso con el idioma hasta cierto punto. Me hubiera gustado poder llegar más arriba y que hubiera un futuro juntos, pero no era el momento.

-¿Le hubiera gustado jugar más?

-Lo que voy a decir es un comentario general, también por mi época en Zaragoza. Cuando cualquiera tiene un objetivo necesita un poco de estabilidad también. Había muchos cambios en el club, de entrenadores, de directiva, muchos futbolistas diferentes que llegaron, en general había mucho cambio intentando llegar al núcleo para lograr lo que el Zaragoza quiere y merece, que es subir. Lo adecuado es que haya una estabilidad. Cuando todos están en el mismo plano, presidente, director, entrenador, equipo, todo funciona. Cuando la gente va cambiando es difícil también para los jugadores entender cuál es el camino.

-¿Una lección para el futuro?

-Eso es algo que me ha dado una base muy importante para lo que quiero hacer ahora, que es tener una directiva muy muy estable, de la misma filosofía desde el principio, que tiene claro el camino por el que queremos ir y poder comunicar esto a nivel deportivo a todos lo que vienen al club para que los jugadores sepan en qué dirección vamos, lo que vamos a hacer por ellos y la comunidad. En el Celtic en siete años tuve tres entrenadores y nunca se cambió. Tuve 100 compañeros en el vestuario, pero la cultura y la ideología del equipo nunca se cambió.

-En el Zaragoza estabilidad no ha habido.

-Los entrenadores, directivos y futbolistas vienen y van, por eso es muy importante que la idea y el plan sea muy claro para todos y no esté influido por lo que pueda venir. Esto es lo que quiero para el OFI.

-¿Mantiene contacto con algún compañero del Zaragoza?

-Me gustaría mantener más relación con jugadores como Cani y Zapater, pero hay un pequeño problema ahí con el idioma (ríe). Me sabe mal no estar más en contacto con José Enrique porque compartíamos habitación y me ayudó mucho con el idioma.