El Real Zaragoza no abandonó en el epílogo casero el gris caminar en La Romareda durante una temporada de más amarguras, muchas más, que alegrías. No superó al Numancia para al menos dejar un buen sabor de boca a una grada que comenzó el curso ilusionada, con récord de abonados, y que ha vivido una tortura de temporada. Las tablas sin goles reflejan bien un año lleno de decepciones para una afición que tampoco puso muchas ganas en emitir veredictos, más allá de dejar clara su alegría al unísono por la continuidad de Víctor Fernández, bandera de ilusión para intentar que el próximo curso sea el del dificil retorno a Primera.

La afición, con lo vivido noche, con algo más de 17.300 espectadores, según los datos del club, ya ha puesto fin al calvario de este curso, que presenta los datos más pobres en esta larga travesía por la categoría de plata, números impropios de un equipo que ha llenado su historia de noches de gloria en la vieja Romareda. Ahora, lamentablemente, hay más noches para la decepción y para la frustración.

La vivida ante el Numancia fue una más. Sumó el Zaragoza su séptimo empate casero y en otros siete partidos cayó derrotado. Es decir, ha dejado escapar 35 de los 63 puntos que ha puesto en juego, una barbaridad indigna de la historia y de la afición que tiene este equipo, que no merecen que su hogar se haya convertido en un terreno para que casi cualquier rival se vaya con el botín. Y en Segunda, no se olvide.

Rayo Majadahonda, Extremadura, Oviedo, Elche, Nástic y Sporting componen el pírrico balance de local de este Zaragoza. Seis triunfos, cinco de ellos con Víctor, y un séptimo el conquistado de forma administrativa contra el Reus. Así, son 28 puntos, clavando los mismos datos que en la 13-14, con un siete global en triunfos, empates y derrotas, pero teniendo en cuenta que en la temporada actual una de esas victorias llegó de forma gratuita y sin jugar. Es pues, el peor dato de la historia reciente como local del Zaragoza, teniendo en cuenta que en la 14-15 se fue a los 37 puntos, a 41 en la 15-16 y en la 17-18 y solo 30 en la 16-17. En todas mejor que en la actual. También lo fueron las de los últimos ascensos, en la 08-09 con Marcelino García Toral (50 puntos) y en la 02-03 con Paco Flores (47).

El partido estuvo a la altura de esos negros números, aunque es verdad que el Zaragoza intentó poner una leve capa de maquillaje en la primera parte, donde Juan Carlos evitó un gol de bandera de Álvaro Vázquez de falta directa y donde el equipo de Víctor llegó con más peligro que su rival pese a que no ponía nada en juego a efectos clasificatorios. Sí lo ponía para tratar de decir adiós con una tímida sonrisa. Pero ni a eso le alcanzó a este Zaragoza más raquítico que otra cosa.

Con la salvación virtual conquistada tras ganar al Sporting y la real lograda una semana después, el paso del tiempo, lógicamente, calmó ánimos y solo la grada se manifestó con cierto aire de enfado al final del pleito y en algunos cánticos, mayoritarios en la grada de animación, y que señalaron a la directiva, al actual consejo en general y a Luis Carlos Cuartero, director general, en particular.

Los ojos de la grada se dirigieron también al césped, con Álvaro Vázquez como mayor protagonista, señalado en algunos cánticos de esa grada de animación, aunque también se escucharon silbidos para reprobar esas críticas al delantero. También Marc Gual y Pombo escucharon silbidos cuando salieron en la segunda parte en un partido que en los dos tenía el sabor de la despedida, lo mismo que en el caso de Álvaro. Pombo, que empezó el curso siendo estandarte y referencia, bien pudo disputar ayer sus últimos minutos en La Romareda, víctima de su mediocre temporada pero también del mal nivel global de un equipo que nunca respondió a lo esperado, sobre todo ante su gente en un curso para olvidar.