En Lérida coinciden al definir como un gran escudero a Mario Gibanel, el que va a ser el segundo entrenador del Real Zaragoza la próxima temporada. De la mano de Imanol Idiakez, que será presentado mañana a las 12 en La Romareda, el binefarense vuelve a la que fue su casa en la temporada 1994-95. Sí, casualmente la 94-95, la del 10 de mayo inolvidable, la de París y sus héroes, la del Yiyi. En esos días, Gibanel jugaba en el Deportivo Aragón y se entrenaba a buenos ratos con el primer equipo. No ha olvidado aún que Víctor Fernández le sugirió que se cortara el pelo, ni la calidad de los futbolistas que tenía el primer equipo, con aquella alineación que se recitaba de memoria.

Ni ha olvidado ni ha perdido el contacto con la ciudad, lo que le va servir para ejercer de cicerone con el nuevo técnico. Xavi Aguado, que coincidió con él en aquellos días de grandeza, ha recuperado en cierta forma la relación en los últimos meses. «Es un chaval fantástico. Esta temporada he coincidido con él en muchos viajes del equipo de División de Honor Juvenil (donde juega su hijo Marc) porque Mario estaba haciendo el scouting para el Atlético. Incluso veíamos muchos partidos juntos», dice el exfutbolista, que considera «muy importante» que acompañe al nuevo entrenador en la etapa que comienza: «Él controla la gente, el entorno. Los consejos en este caso son fundamentales para saber quién es quién en cada sitio».

Aguado desvela que Gibanel no pudo acompañar a Idiakez en su periplo en el AEK por cuestiones que poco tienen que ver con el fútbol, pero la idea era que sus carreras se volvieran a juntar en cuanto el técnico vasco regresase a España. «No se fue a Chipre con Idiakez porque no podía, pero la relación con Imanol es muy buena y no la ha perdido. Se veía que iba a volver a trabajar con él en cuanto volviera a España, mucho más si viene al Zaragoza».

En Lérida insisten en que Mario Gibanel es un complemento perfecto para Idiakez. Sus conocimientos futbolísticos y su personalidad lo convierten en un segundo entrenador ideal. Tiene mucha química con los jugadores, además, algo que suele ocurrir comúnmente cuando son exfutbolistas los que ocupan ese lugar de enlace entre la plantilla y el primer entrenador.

Idiakez y Gibanel vivieron en el Lleida una época sórdida, con impagos, amenazas de huelga... Hubo una crisis tremenda que estuvo a punto de llevarse por delante el proyecto, pero tanto el primer entrenador como su escudero supieron cerrar filas y abstraer al vestuario de todo el ruido y los problemas que había fuera, lo que demuestra que conforman un buen tándem no solo en torno al balón.

Idiakez llegó al Lleida con una idea de fútbol clara, la que se cuenta de él de entrada. Pero cuando se dio cuenta de que el fútbol de toque no le servía para tanto en Segunda B, apostó por un fútbol más efectivo. Sobre la base de la seguridad defensiva consiguió dejar la portería a cero en un alto porcentaje de partidos, decisión que llevó a su equipo a la orilla del ascenso. Se quedó a un gol en la tanda de penaltis que perdió frente al Sevilla Atlético hace dos años. «Al principio puede sembrar dudas como cuando llegó Natxo, pero ellos van a tener la ventaja de que tienen el equipo hecho y lo conocen. Imanol habrá visto los partidos del Zaragoza de los dos últimos meses y sabrá que, aunque deba hacer cuatro o cinco retoques, todo será más fácil de ensamblar. Tienen una forma de jugar desde atrás con los centrales abiertos que no sé si podrán hacerlo aquí. Le gusta la posesión, no rifar el balón. Optará por tener la pelota seguro», remata Aguado.