A lo largo de esta temporada, unos jóvenes cachorros han puesto patas arriba grupo III de División de Honor juvenil. La generación del 99, junto a los talentos precoces del 2000, han quedado subcampeones de Liga y se enfrentarán en octavos al Real Madrid en Copa del Rey. Los pupilos zaragocistas triunfaron, y lo hicieron bajo un estilo atractivo, repleto de osadía, con chicos que han exhibido su desparpajo con regularidad. Entre todas las luces de futuro hay una que brilla de forma particular. El resplandor de Alberto Soro es especial. Su finura aterciopelada pertenece a esa estirpe de centrocampistas que cada cierto tiempo brota desde el césped la Ciudad Deportiva.

La cantera zaragocista siempre ha sido un hervidero de talento. Entre la variedad de futbolistas que se desarrollan destaca un perfil específico. Ese mediocentro rebosante de técnica y con una clara proyección ofensiva. De esos que toman la pelota, rompen líneas, se asocian y buscan atacar la meta contraria. «Son de esos futbolistas que gustan a todos», asevera Ramón Lozano, director de la cantera del Real Zaragoza.

Alberto Soro encarna la figura del mediapunta refinado en la construcción del juego y desenfadado con el cuero entre sus botas. Su estilo se asemeja al de Rubén Gracia Cani o Ander Herrera cuando estos eran unos jóvenes aprendices, aunque el ejeano pertenece a una época más moderna, con unos cánones futbolísticos distintos. «Soro está viviendo el camino de Cani a la inversa. Cani debía demostrar sus condiciones partiendo desde un costado y luego haciendo el movimiento hacia dentro. A Alberto le ocurre lo contrario. Le está yendo bien estar ubicado por dentro», asevera Ramón Lozano.

La esencia del talento blanquillo se asemeja al que tenían Cani y Ander. Todos ellos deslumbraban por su capacidad para generar fútbol para el resto de sus compañeros. «Es un buen pasador. Aporta ese último pase que suele ser la mejor asociación para los delanteros. Baselga, Tresaco o Carlos David se nutren muchas veces de esas asistencias al espacio», explica Ramón Lozano. Alberto Soro lee muy bien los movimientos de los puntas, pero su capacidad de desequilibrio no reside exclusivamente en el juego colectivo, ya que tiene capacidad suficiente para rasgar las defensas mediante su conducción del balón llena de atrevimiento.

Un chico con gol

El último pase refinado de Soro no es su única baza para generar peligro, ya que en esta temporada ha logrado perfilar su faceta goleadora. El mediapunta aragonés está aprendiendo a limar sus aptitudes para abarcar más registros sobre el campo, en especial de cara a portería. Alberto anotó once goles en Liga, incluso materializó un hat-trick ante el Mallorca. «Este año ha conseguido esa regularidad ante el gol que te hace especial, ha mejorado en algo que años atrás fallaba». En algunos encuentros, Soro ha tenido que jugar en la delantera. En esa posición dejó patente su perfil de atacante llegador, ese que si tiene ocasión busca la portería contraria. Al igual que ocurriera con Cani o Ander, Alberto ha destacado también por su multifuncionalidad en los esquemas de juego. «Ha rendido a un buen nivel en todas las seis posiciones que pueden integrar un esquema de rombo. No baja sus prestaciones en el centro del campo, ni en segunda línea ni en punta. Esa adaptación es muy positiva para él».

Las luces que desprenden los jugadores exquisitos son difíciles de eludir. Alberto está en el tercer escalón del Zaragoza, tiene aún un largo recorrido para consolidar sus aptitudes y cristalizar su prometedor talento. «El año que viene tendrá que demostrar sus cualidades en el Aragón. Tiene condiciones teóricas, pero a él y a todos los de la cantera hay que darles pausa para que se desarrollen. Como hicieron con Cani o Ander. Todos los del juvenil tienen que tener clara una cosa. Hacer un buen año no quiere decir nada, deben de trabajar y no bajar los brazos en ningún momento», explica Lozano.