El puesto de Paco Herrera lleva unas jornadas en el aire, pero la estación definitiva se vislumbra en Ponferrada, donde no ganar sí podría significar el epílogo de la etapa del entrenador catalán en el Zaragoza. Incluso el empate, salvo que fuera con buena imagen, podría no bastarle. La reacción en Huelva y ante el Mallorca se palpó en una mejoría que dos penaltis, el cometido por Abraham y el fallado por Luis García, dejaron sin sendas victorias. Eso le ha servido a Herrera para mantener un mínimo crédito, suficiente para conservar su puesto. Sin embargo, las dudas por la inconsistencia como bloque y los malos números, con tres puntos de 18, son tan evidentes que el domingo en El Toralín el partido tiene tanto aire de final para él como lo tuvo en noviembre el duelo ante el Girona tras la derrota en Jaén. Entonces, la victoria por 1-0 le permitió seguir en el puesto.

Obviamente, el componente económico del despido del entrenador sigue siendo clave, pero un nuevo tropiezo, alejarse más del ascenso, además de ver más cerca el descenso a Segunda División B, por no hablar de la situación que se viviría en La Romareda en el partido ante el Deportivo, abocarían al club a inclinarse por una decisión que de momento se ha ido posponiendo, a veces sin más argumento que el económico. El Herrera vete ya que se escuchó el domingo en el estadio fue el más unánime de los varios que ha habido esta temporada y solo una victoria en Ponferrada evitaría que la afición no recibiera de uñas al equipo y al entrenador en el choque ante el Deportivo. Todo eso se ha valorado en el club, en el equipo de dirigentes que encabeza Pitarch.

EMILIO LARRAZ

La estrechez en las arcas zaragocistas señala desde hace semanas a Emilio Larraz, técnico del filial, como el sustituto en el caso de que el club se decida por afrontar como pueda el despido de Herrera, que firmó hasta el 2015, hasta junio de la próxima temporada, y que percibe un salario que ronda los 400.000 euros anuales.