Uno de los lemas de la afición del Mirandés desde hace años ("Esto es Anduva") da idea del concepto de estadio que se va a encontrar mañana el Real Zaragoza. Es un campo guerrero, que empuja, aunque ya lo conoce de algunos amistosos, de excelente recuerdo para el zaragocismo consciente, conocedor de que allí fue donde empezó la preciosa historia que acabó en Montjuic el 17 de marzo del 2004, el día de la última conquista copera.

El héroe del 7 de octubre del 2003, de la noche en la que Paco Flores se preparaba para el despido (así lo dijo en declaraciones el día anterior: "La Copa está hecha para despedir entrenadores"), el héroe fue César Láinez, que cazó un penalti a Lasarte en el minuto 88 que se convirtió en un contragolpe mortal. El Zaragoza se veía fuera de la Copa y un minuto después Espadas marcaba el 1-2. No lo ha olvidado el portero: "Recuerdo que llegamos con el entrenador con la soga al cuello, pero fue uno de esos partidos que unen al vestuario, por la forma de ganar. Se puede decir que allí se forjó la historia de Montjuic".

La historia ahora es Anduva, donde el Zaragoza quiere que empiece el camino de regreso a Primera. Tendrá apoyo, con medio millar de aficionados en las gradas del estadio de Miranda, mentalidad y ánimo, con las plazas de ascenso directo a tiro y la presión de uno de esos campos que a los grandes se les atragantan, al estilo de Ipurua. "Depende de cómo juegan los equipos. Con Flores éramos un equipo de balón en largo y segunda jugada, pero ahora el Zaragoza no puede hacer eso, no está preparado", dice Láinez, que no recuerda "especialmente pequeño" el campo. "Lo que pasa es que están las gradas muy pegadas al campo. A mí, por ejemplo, cuando iba a sacar de puerta me tocaban y agarraban por detrás".

Tiene razón el exguardameta. La impresión de Anduva es la un campo reducido, pero sus dimensiones son muy parecidas a La Romareda, con dos metros menos de largo (105) pero uno más de ancho (69). Eso sí, es un fortín en el que se siente la presión ambiental. Pese a tener un aforo para poco más de seis mil espectadores, sentir al público tan cerca (apenas un metro) ha afectado a numerosos rivales, incapaces muchos también de desactivar el estilo de juego directo de los mirandeses al grito de su hinchada: "Esto es Anduva, Anduva que te empuja, te empuja con el alma, y te lleva en volandas".