José Cuéllar, Pepín, es otro de los nombres que el zaragocismo tiene guardado para siempre en su memoria. El exjugador falleció en la madrugada del martes, en Lérida, donde residía, a los 78 años. El exzaragocista formó parte de Los Magníficos y fue titular en las dos finales, la de la Copa del Generalísimo y la de Ferias, que supusieron ambos títulos en 1964 para el más glorioso Zaragoza de la historia. Por eso es también una leyenda. Militó siete temporadas en el equipo zaragocista, entre 1960 y 1967. Hoy será enterrado en Lérida.

Pepín (Mérida, 11-08-1939) llegó al Zaragoza de la mano de Rosendo Hernández en 1960, en una gestión magnífica del entones secretario técnico, que lo fichó del modesto Emeritense. Cuando llegó, ya estaba muy rodado aquel Zaragoza de Los Magníficos, donde ya militaban Yarza, Cortizo, Reija, Isasi, Duca, Marcelino o Lapetra. Entre 1960 y 1967 disputó un total de 122 partidos oficiales con el Zaragoza, 81 de ellos de Liga, y levantó tres títulos, ya que además de los dos mencionados también logró la Copa en 1966, cuando su protagonismo en el equipo había decaído.

Aquel 5 de julio de 1964 y con Luis Belló como entrenador, el Zaragoza se impuso al Atlético de Madrid para levantar la primera de las seis Copas que tiene. Aquella alineación --Yarza, Pepín, Cortizo, Santamaría, Reija, Isasi, Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra— ya es mítica para el zaragocismo, que el 24 de junio había celebrado la Copa de Ferias con una victoria contra el Valencia y con un once de inicio donde también estaba Pepín.

«En lo futbolístico, solo con formar parte de aquel equipo, ya está todo dicho, pero como persona era muy entrañable, de los que se hacían querer en un vestuario», recordaba Violeta ayer nada más conocer la noticia. «Era un defensa muy expeditivo, que hacía las cosas fáciles. Cuando robaba el balón, no se complicaba, se la daba fácil a Lapetra, a Canario, a Santos o al que fuera. Era sobre todo un marcador, marcaba muy bien. Más que un compañero, fue un amigo, un gran amigo», añadió el León de Torrero.

Llegó al Zaragoza como volante de marca, para jugar en el centro del campo, pero la entrada precisamente de Violeta y de Pais, que falleció recientemente, le fueron dando paso hacia la defensa, donde destacó por su sobriedad, su compromiso y por su despliegue físico. Aquel Zaragoza del talento de los Lapetra, Marcelino, Canario, Santos y Villa necesitaba de obreros como Pepín, que fue también dejando su sitio en la defensa de una manera cada vez más progresiva a Santamaría.

SALIDA EN 1967

«El recuerdo de Pepín solo puede ser muy bueno, porque era una persona muy agradable y simpática, que podías hablar mucho con él», aseguró Canario, también apenado por la muerte de su compañero de equipo: «Lo que más destaco era su profesionalidad, el interés por hacer su profesión bien siempre, porque era muy entregado a su labor, en el campo y en el vestuario. Era un marcador y recuerdo que jugó bastante, en las finales de la Copa del Generalísimo y la de Ferias. Era un defensa que circulaba mucho por toda la zona de atrás y que ayudaba mucho a los centrocampistas, físicamente era fantástico».

No llegó a ser internacional, pero sí disputó un partido con la selección española B. Después, dejó el Zaragoza en 1967, en pleno declive de Los Magníficos y se marchó a la Gimnástica de Torrelavega para jugar después en el Lleida y colgar las botas en 1971.