El fútbol se escribe con renglones imprevisibles. Fernando Vázquez, 'O Mago de Castrofeito' (24-10-1954), salió del Deportivo pese al clamor popular tras lograr el ascenso en la 13-14. El detonante fueron unas declaraciones sobre la política de fichajes del recién ascendido en un campus con niños, hablando de que no estaban llegando las primeras opciones. «Es como si robas un chorizo y te caen 50 años», dijo entonces, cuando Tino Fernández, presidente, Fernando Vidal, consejero del Área Deportiva, y Richard Barral, director deportivo, decidieron su destitución y llamaron a Víctor Fernández para dirigir al equipo en Primera, aunque no completó la temporada. Ahora, los dos últimos, responsables de la revolución de enero en el Deportivo, han recurrido al entrenador gallego para salir del pozo. Y lo está logrando con una trayectoria meteórica, con seis victorias y un empate.

«Nunca tuve la sensación de que Víctor Fernández me robase la posibilidad de entrenar al Deportivo», dijo este sábado Vázquez, profesor de inglés en el instituto de Arzúa, junto a Santiago antes de que hiciera carrera en el fútbol de élite en el Compostela, desde 1995. Antes estuvo en el Lalín, en el Racing de Ferrol y en el Lugo, y desde entonces en Oviedo, Mallorca, Betis, Rayo, Valladolid, Las Palmas, Deportivo o Celta. Medio millar de partidos entre Primera y Segunda le contemplan y un dilatado historial, pero nadie duda de que el club de su corazón es el Deportivo, del que es socio, además de tener una estrecha relación con Lendoiro, expresidente del mejor Dépor de la historia.

Fue Lendoiro quien le dio ese banquillo para intentar salvar al Deportivo en la 12-13 y con solo 15 jornadas y casi lo logró. Lo que sí consiguió fue ascender la temporada siguiente, pero entonces la SAD cambió de presidente con la llegada de Tino Fernández y con un club repartido, en sus máximos accionistas, entre este y las empresas Estrella Galicia y Caramelo. Ahora, con el cambio accionarial de diciembre, va a ser Abanca el máximo accionista, capitalizando deuda para tener el 30% de la propiedad y posibilitar que el límite salarial suba en dos millones hasta los 13,41 millones, aunque solo uno de ellos se pudo utilizar para reforzar la plantilla con hasta siete fichajes (Sabin Merino, Çolak, Beauvue, el meta Jovanovic, Keko, Uche Agbo y Manu Vallejo)

En Ponferrada, en la derrota por 2-0 a mediados de diciembre y con Luis César, se podía leer una pancarta muy clara: «Jugad a algo, por favor». El Dépor, colista tras 19 partidos sin ganar, era un cadáver y con las apuestas fallidas del propio Luis César y de Anquela antes. Diciembre trajo la salida de Paco Zas y de su consejo, el acuerdo con Abanca y, sobre todo, la llegada de Vázquez, que no se lo pensó dos veces el 29 de diciembre. Seis victorias (Luis César logró una antes de ser despedido) y el último empate ante el Girona son un gran aval.

Buen comunicador y con clara habilidad para convencer, Vázquez se ha ganado rápido a la plantilla, mientras que a la afición ya la tenía ganada de antemano. Más de 27.000 espectadores han empujado en Riazor en los últimos partidos y a finales de diciembre eran unos 8.000. El cambio es brutal. En lo táctico, ha apostado por los tres centrales, aunque Montero suele caer a banda izquierda, y ha readaptado la posición de Mollejo en el carril, dejando la creatividad en el medio a Gaku y arriba a Aketxe y Emre Çolak, uno de los refuerzos que mejor nivel está dando junto a Sabin Merino, que lleva ya cuatro dianas. Jóvenes como Mujaid, Nolaskoain, Montero o Mollejo han dado un paso adelante con Vázquez y ahora las pancartas son muy diferentes. «Este muerto está muy vivo», se leía en el Carlos Belmonte ante el Albacete. Y Riazor grita 'Pódese' (Sí se puede), mirando ya más al 'playoff' que al pozo. Una resurrección en toda regla.