En Zaragoza no hubo ayer actividad porque Natxo González había dado descanso a sus futbolistas, que volverán a entrenarse hoy por la mañana en la Ciudad Deportiva. Javi Ros será el primer zaragocista en hablar del partido del sábado ante el Huesca, el derbi aragonés, superderbi parece, partidazo en todo caso por la situación en la que llegan los equipos. Así lo han entendido las aficiones de ambos equipos, que ayer se agolparon en las respectivas taquillas de sus ciudades. La respuesta hace barruntar un lleno de reventón en el coliseo zaragozano. En El Alcoraz estuvieron a punto de agotarse en un día las 1.700 localidades recibidas. Quedaron solo 47, que volarán sin duda a primera hora de la mañana. En Eduardo Ibarra se repitió la escena. La hinchada blanquilla se arremolinó desde primera hora en las puertas del Business Center. Solo en el horario matinal se habían vendido 1.300 entradas. Por la tarde se llegó hasta las 2.800. El club, ante la previsión de que la afluencia se repita, decidió no cerrar las oficinas a mediodía de hoy, por lo que se podrán adquirir localidades entre las 9.30 y las 20.00 horas de manera ininterrumpida.

La venta de 4.500 entradas en un día confirman la seducción del partido. Tercero en la clasificación es el Huesca, aunque bien podría ser primero si no fuera por el encuentro suspendido el pasado sábado ante el Albacete. Sexto es el Zaragoza, que viene a la carrera desde que comenzó el 2018 tratando de deshacer los desmanes del primer tramo de competición.

Seis puntos separan a los rivales aragoneses a nueve jornadas para el final de la Liga a las puertas de un choque que parece necesitar más el cuadro de Natxo González que el de Rubi. Una victoria oscense dejaría al Zaragoza descolgado de las primeras plazas, prácticamente descartado para pensar en el ascenso directo. No ocurriría lo mismo en caso contrario. Aun perdiendo, el Huesca guardaría la bala del partido aplazado con el que podría recuperar la distancia de los 6 puntos respecto a la escuadra blanquilla. Incluso, en función de resultados ajenos, podría pensar en recuperar la primera plaza a corto plazo. Desde luego, se mantendría con un colchón suficiente respecto a la séptima posición. Claro si pierde, si no gana otra vez, y serían siete, la confianza se puede resquebrajar.

Hay que contar con las secuelas psicológicas que puede dejar una inapropiada derrota. Bien lo sabe el Zaragoza, que pasó por el peor momento de la temporada tras su bochornoso partido en El Alcoraz. El resultado (3-1) le hizo daño en la tabla, pero mucho más en la moral. La imagen sel equipo, la sensación de impotencia, avergonzó a más de un zaragocista, por dentro también. El dolor duró semanas y tuvo consecuencias directas en la tabla.

En la plantilla del Zaragoza conocen mejor ahora el significado de este partido. Más allá de la revancha, se entiende que no es un encuentro más. La cercanía geográfica, bien se sabe, crea una rivalidad mayor que en enfrentamientos distintos. No juega la historia, magnífica desde el lado zaragocista, ni siquiera juega el presente a veces. Un derbi va más allá, sobre todo si se trata de dos conjuntos que, hoy, viven en paralelo su ambiciosa realidad.

Si fuera por historia, debería ganar el Zaragoza. Si fuera por presente, también. Las rachas por aquí son opuestas. El Zaragoza solo ha perdido un partido de los últimos diez, con 25 puntos de 30; el Huesca no ha ganado en los últimos seis partidos jugados, con solo 3 puntos de 18 posibles. Pero no mandará la historia, ni el momento. No hay favorito ni lo dan, por ahora, a ninguno de los dos lados. «Que llegue el partido cuanto antes», dijo ayer Juanjo Camacho, el exzaragocista capitán del Huesca y que sabe que es un partido «importante y especial que todo el mundo quiere ganar». Así lo han entendido las dos aficiones, que el sábado reventarán La Romareda.