Las únicas buenas noticias que produce el Real Zaragoza últimamente llegan desde la Ciudad Deportiva. Este sábado, ante centenares de espectadores, el División de Honor juvenil remontó en casa para acabar ganando por 3-2 y quedarse a un solo triunfo de ser campeón con una jornada por disputar, la del fin de semana que viene en el campo del Reus, donde acudirá dependiendo por completo de sí mismo. Todo en un grupo en el que compite, entre otros, contra el Barcelona o el Espanyol, tradicionales potencias de la cantera en España. Iván Martínez comanda un grupo de jugadores nacidos ya en este siglo y cuyos nombres, Francho, Azón, Castillo o Javi Hernández, por nombrar a cuatro de ellos en representación de un equipo que se distingue precisamente por su fuerza colectiva, empiezan a ser familiares para el zaragocismo.

La Ciudad Deportiva siempre ha sido un vivero de jugadores aunque la leyenda se haya empeñado muchas veces en negar la mayor. Aragón es tierra de futbolistas y el Real Zaragoza, como referencia principal y primer club de la comunidad, también.

Las generaciones se suceden. La de Pombo, Lasure, Delmás y Guti, la de Soro y Clemente y, ahora, la de estos chicos, los primeros frutos del nuevo siglo. Sus posibilidades de visibilidad son mayores con el primer equipo en Segunda. Los buenos jugadores siguen brotando en este tiempo en el que el éxito, y bien que puede entenderse así por lo que significaría no hacerlo, es ganarle un partido al Nástic de Tarragona.