La Romareda propinó una de esas ovaciones que se escuchan más allá de la plaza de San Francisco. El extinto marcador electrónico que se instaló para el Mundial del 82 reflejaba un sofocante 7-2 al Racing de Santander. Fue la tarde en la que Raúl Vicente Amarilla barnizó las páginas deportivas de color dorado con un hat-trick colosal, sumado a la exhibición de Valdano, Barbas o Señor. Aquella misma jornada el Real Madrid cayó por 2-1 ante Osasuna. Una fría derrota que vivió apenado desde la grada de El Sadar Rafael García Cortés; otra vez ausente, de nuevo fuera de los planes de Alfredo Di Stéfano.

El parón invernal llegó con el Real Zaragoza en el tercer puesto, a tan solo dos puntos del liderato que ocupaba el equipo blanco. Una situación idílica, que invitaba al plantel de Leo Beenhakker a pasar unas bonitas fiestas navideñas. Tras despedirse de todos los integrantes de la primera plantilla, Avelino Chaves se marchó con su familia para tratar de desconectar de la incesante vorágine futbolística. Sin embargo, en la madrugada del 26 de diciembre de 1982, el secretario técnico escuchó algo que le obligó a ponerse en pie y actuar de forma impulsiva.

CON FERNÁNDEZ TRIGO

Eran las 0.30 de la madrugada. Avelino estaba acostado. Tenía la cabeza apoyada en la almohada y la radio pegada a la oreja, como tantos miles de españoles que no podían irse a dormir sin un programa deportivo nocturno. Por el dormitorio retumbaba la inconfundible voz de ‘Supergarcía’ en Antena 3 Radio, programa bandera de la historia del periodismo español y que no se perdía jamás. A José María García lo escuchaban todos; tanto los aficionados como los peces más gordos de este deporte, ya que en cualquier momento podía destripar exclusivas que hacían temblar los cimientos del país. Tras unos minutos de programa, el célebre locutor lanzó una noticia que le quebró el sueño al directivo zaragocista. «Rafael García Cortés ha tenido sus diferencias con Alfredo Di Stéfano por su escaso protagonismo en el equipo. El jugador no se encuentra en una buena situación ya que no ha jugado ni un solo minuto en la presente temporada», informaba García. Antes de terminar esta frase, y el relato completo de la noticia, Avelino ya estaba en pie, poniéndose sus zapatillas de ir por casa, dirigiéndose con rapidez al pasillo.

Con la radio sonando de fondo, la familia despierta y Avelino marcando las teclas del teléfono. Estaba llamando a Manuel Fernández Trigo, gerente del Real Madrid al que le unía una fuerte amistad y que también estaba despierto, deshecho de los nervios, ya que él también estaba escuchando el programa. «Recuerdo aquella imagen. Mi padre de madrugada, caminando por el pasillo y negociando con el Real Madrid por un futbolista», relata su hijo Avelino. La conversación duró casi media hora y el resultado fue muy satisfactorio para el Real Zaragoza. Tras preguntarle por la situación de García Cortés, el directivo blanco le dijo: «Avelino, date prisa. Haz lo que puedas y Rafa será vuestro». Acto seguido, el secretario técnico blanquillo colgó el teléfono, apagó la radio, volvió a colocar las zapatillas de andar por casa bajo la cama y se durmió de nuevo. Acababa de fichar a un futbolista del Real Madrid.

Fue todo muy rápido, tanto que a Rafael lo llamaron cuando se dirigía a su casa. «Recibo una llamada del club y me dicen ‘queremos que te vayas al Zaragoza’, no había otra opción porque había una gran relación entre ambos clubs. Y, a decir verdad, me supo a gloria desde el primer momento porque era una posibilidad inmejorable. Cualquier jugador tenía que valorar una propuesta del Real Zaragoza», relata García Cortés. Al día siguiente de haberse producido el acuerdo verbal, el lateral madrileño se desplazaba a la capital de Aragón.

ZARAGOZA EN EL CORAZÓN

Rafael estaba soltero. No tenía ninguna atadura y su carrera estaba todavía por hacer. Su vida cambió en 48 horas, ya que el 27 de diciembre estaba en Zaragoza listo para ser presentado. A su llegada dijo a los medios de comunicación que le habían pedido que no dijera «nada» sobre su salida del Real Madrid. Desde aquel momento, empezó una buena trayectoria de cinco temporadas en un club con el que, asegura, «me quedó una espina clavada por no haberme podido retirar allí. La ciudad y la afición son increíbles. Hace poco volví a Zaragoza y había gente que todavía se acordaba de mí».

El hijo de Rafael García Cortés nació en la Clínica Montpellier, su esposa recuerda haber vivido «unos años fantásticos» en la ciudad y todavía guardan las fotos de la consecución de la Copa del Rey de 1986 en el Calderón ante el Barcelona. Todo por una llamada de medianoche. «Avelino es un hombre muy cálido. Se podía hablar de todo con él. Nos dábamos unos abrazos… Ojalá pudiera darle uno ahora mismo. Fue uno de los mejores secretarios técnicos de la historia del fútbol español». Han pasado muchos años desde aquel fichaje, y García Cortés aún rememora como aterrizó en Zaragoza. «Un día hablando en broma con Avelino en La Romareda me dijo ‘pues a ti te fiché en pijama mientras escuchaba la radio’».