«Conozco muy bien Zaragoza. Allí me saqué dos títulos de entrenador y me tocó seguir al Real Zaragoza para hacer informes. Está a 150 kilómetros de mi casa», decía el jueves José Rojo Martín, Pacheta (Salas de los Infantes, Burgos, 23-3-1968), el entrenador que no solo ha devuelto al Elche a la categoría de plata sino que lo tiene cerca de lograr la permanencia tras ser el segundo menor límite salarial en verano (3,8 millones) y el cuarto más bajo en enero tras la venta de su mejor jugador, el delantero Sory Kaba.

No es de extrañar que el club ilicitano ya le haya ofrecido la renovación el burgalés, que ha pospuesto cualquier negociación hasta cerrar la permanencia, teniendo en cuenta que hace dos años, en el curso 16-17, ya vivieron en el Elche un descenso por una caída tremenda en el tramo final, lo que obliga a todos allí a ser precavidos.

Y es Pacheta el primero en serlo. «No hay nada hecho, hay que seguir», asegura sobre la permanencia, pese al colchón de nueve puntos con el Extremadura. Eso, seguir, es lo que ha hecho el exjugador, que arrancó su carrera profesional en el Numancia y, tras su paso por Real Burgos, Atlético Marbella y Mérida, se hizo un nombre como centrocampista trabajador y consistente en el Espanyol para acabar su trayectoria en el equipo soriano, donde más tiempo ha pasado. Su mejor especialidad estaba en el remate de cabeza, pero sobre todo su mayor virtud era la perseverancia, que mantiene en el banquillo.

Tras retirarse y sacarse el título entrenador en Zaragoza ejerció de adjunto a la dirección deportiva en el Numancia a las órdenes de Máximo Hernández -de ahí su época para visitar La Romareda a recabar informes- y después ocupó el cargo de máximo responsable deportivo de la entidad numantina. Dejó el fútbol para trabajar de comercial en Puertas Norma, pero el Numancia, el equipo de su vida, volvió a llamar a su puerta. En la 08-09 fue entrenador en las 15 jornadas finales del cuadro soriano en la máxima categoría. Ocupó el puesto de Kresic y no pudo eludir el descenso a Segunda.

Oviedo, Cartagena y Hércules acompañaron después su caminar en Segunda B antes de coger el equipo de las selecciones AFE, con jugadores en paro, de irse a Polonia (Korona Kielce) o hasta Tailandia para tomar las riendas del Ratchaburi. Con la maleta como clara acompañante, el Elche llamó a su puerta en febrero del año pasado, con el equipo franjiverde lleno de dudas y con Josico con el discurso totalmente agotado en ese vestuario.

En 11 jornadas finales no perdió ningún partido para que el Elche pudiera acabar tercero en la Liga regular y firmara el ascenso tras dejar en el camino a Murcia, Sporting B y Villarreal B.

«Mi año futbolístico favorito lo he vivido en el Elche», afirmó el entrenador hace solo 15 días, al cumplirse su primer aniversario en el banquillo. Pacheta, un apodo familiar del que no tiene constancia de la razón, ha impregnado al Elche de sus virtudes, de ese trabajo y del esfuerzo como herramientas innegociables. De discurso claro y directo, ha conquistado también a una afición que el año pasado entonó varias veces el Con Pacheta a la Glorieta, como símbolo de la fiesta del ascenso a Segunda que llegaría después.

RENOVACIÓN DESEADA

El Elche ha arrastrado algunas dudas este curso, sobre todo en los encuentros a domicilio, donde se ha mostrado mucho menos solvente que en el Martínez Valero, con una sola victoria (Rayo Majadahonda), además de la de Reus por la eliminación de este equipo, pero es un bloque consistente y que ahora vive su mejor momento de la temporada para que Pacheta siga siendo un ídolo en el conjunto franjiverde y se anhele su continuidad en junio.