Cuando el árbitro mostró la roja a Jonathas, el mejor jugador del Elche de largo, todo se puso tan de cara para el Zaragoza que resultaba inevitable pensar en que el acceso a la final del playoff estaba cercano. El rival también perdía a su goleador, que tampoco jugaría la vuelta, y afrontaba una hora de partido en inferioridad. Oro puro para un equipo inseguro y doliente como es el Zaragoza desde que volvió el fútbol. Pero el Elche aguantó bien y los de Víctor atacaron mal, sin tener claro ni por dónde debían hacerlo ni con quién. Así que el empate sin goles es una bendición para un Elche que salió vivo y coleando ante un Zaragoza inocente al que le faltó ambición y aire.

Sorprendió a Pacheta el 4-1-4-1 dispuesto por Víctor. No tanto por el dibujo en sí, habitual en la pizarra del técnico aragonés, sino por la distribución de las posiciones. La más sorprendente fue la de Kagawa, que formó en uno de los interiores, desde donde lo bordó. El japonés fue, junto a Burgui, el mejor de un encuentro que gobernó a su antojo. El peligro del Zaragoza siempre llegó a través de sus botas, pero, además, el nipón derrochó solidaridad atrás, como exigía su ubicación. Suyo fue el primer acercamiento del equipo de Víctor a través de un disparo desviado tras recoger un rechace cuando apenas se habían disputado los seis primeros minutos.

El Zaragoza estaba cómodo. A base de presión alta y con El Yamiq, la carta en la manga de Víctor, sacando de quicio a Jonathas, solo el flanco izquierdo volvía a ser un problema. Pacheta encomendaba a Iván Sánchez buscar la espalda de Nieto, pero la única oportunidad de los locales fue un disparo alto de Nino en fuera de juego. El partido parecía bajo control por un Zaragoza al que aún se le pondrían mejor las cosas cuando, antes de la media hora, Jonathas se autoexpulsó al dar una patada sin balón a El Yamiq, que había conseguido sacar del partido a la estrella del Elche previa intervención del VAR después de que Ávalos Barrera, a un metro de la acción, hubiera sancionado la agresión con una simple amarilla.

A partir de entonces, el Zaragoza fue el dueño absoluto de un partido que tomaba otro cariz. En superioridad numérica, el equipo aragonés estaba obligado a marcar para afrontar la vuelta con mayores garantías. Había la posibilidad, incluso, de dejar la eliminatoria casi sentenciada. El problema era que no estaban sus goleadores, Súarez y Puado.

A base de aperturas a bandas y sin abandonar la presión alta, el Zaragoza se fue a por la presa a base de intentos a media distancia que Kagawa y Guti enfocaron mal, pero fue en la última jugada antes del descanso cuando llegó la mejor ocasión del partido. Burgui, inmenso durante toda la noche, se plantó solo ante Edgar tras recibir un excelso servicio de Kagawa, pero el meta adivinó la intención del zaragocista y evitó un gol con pinta de abrelatas.

En la reanudación, el guion no varió. El Elche vendía su alma por mantener el resultado hasta el final y el Zaragoza, con demasiada parsimonia y paciencia, apenas encontraba huecos en la poblada defensa ilicitana y buscaba la opción del disparo lejano, casi siempre a través de un Eguaras horroroso en esa faceta. Tampoco ayudaba un césped infame e impropio de una cita de tanta enjundia.

Un centrochut de Kagawa al que no llegó Linares por poco fue el preludio de la única ocasión del Elche, que, por mediación de Pere Milla, envió al limbo una falta lateral. Para entonces ya estaba Soro, que formó en la derecha acomodando a Guti en el interior. Víctor ya no volvería a hacer cambios hasta el minuto 77. Demasiado tarde ante un rival cansado y en inferioridad numérica. El partido pedía profundidad, dos contra uno en banda y ensanchar el campo, justo lo que puede aportar Álex Blanco en la izquierda, pero el elegido fue Pereira y Blanco no saldría hasta el 85. Incomprensible.

El Elche, cuyo técnico sí agotó los cambios, se crecía conforme se acercaba a su objetivo. Encomendado en exclusiva al balón parado como único recurso ofensivo, la obsesión era taparlo todo y no cometer errores. Solo falló una vez, en un saque de esquina que Folch remató sin querer hacia su propio larguero. El Zaragoza, siempre desde Burgui, lloraba a Puado y Suárez. Sus lágrimas se quedaron en la arena. En tierra peligrosa.

Elche: Edgar Badia; Tekio (Dani Calvo, min. 83), Gonzalo Verdú, Josema, Juan Cruz; Iván Sánchez, Ramón Folch (Josan, min. 83), Mfulu (Escriche, min. 56, Pere Milla (Manuel Sánchez, min. 70); Nino (Fidel, min. 56) y Jonathas.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray, Guitián, El Yamiq, Nieto; Eguaras (Ros, min. 86), Zapater (Soro, min. 55), Raúl Guti, Kagawa (Álex Blanco, min. 86); Burgui y Linares (Pereira, min. 77).

Árbitro: Ávalos Barrera (Comité catalán). Mostró tarjeta amarilla a Kagawa por el Zaragoza, y a Josema, Gonzalo Verdú, Fidel y Pacheta, entrenador, por el Elche. Expulsó con roja directa a Jonathas, del Elche, en el minuto 26.

Incidencias: Encuentro de ida de la semifinal de la fase de ascenso a Primera disputado en el estadio Martínez Valero de Elche a puerta cerrada.