Víctor Muñoz envió el domingo desde Nyon un mensaje claro y contundente al club, con cierta urgencia y un claro tono de preocupación: necesita dos delanteros. Sin ánimo beligerante y con diplomacia subliminal, el entrenador quiere mantener en alerta a la dirección general de la entidad después de la marcha de Dani al Espanyol, un duro golpe para el cuerpo técnico, que consideraba fundamental al jugador por su polivalencia ofensiva. La frustrada negociación con el catalán ha dejado un hueco en el ataque zaragocista y un poso de acidez entre los responsables deportivos y los gestores, en este caso Jerónimo Suárez, máximo responsable de las operaciones administrativas. El ejecutivo mantiene que la decisión de Dani de irse a Montjuïc no fue cuestión de su mayor o menor celeridad en la negociación, una acusación lanzada entre bastidores, sino un tema resuelto por el futbolista de forma unilateral.

La fisura existe, una especie de alergia muy propia de estas fechas y que se agudiza según las exigencias del entrenador de turno. La política económica impuesta por Alfonso Soláns sigue unas líneas maestras de dibujo conservador, y la macroapuesta que se está realizando por José María Movilla puede obstaculizar o incluso frenar la adquisición de futbolistas para otros puestos de tanta o mayor trascendencia que el del mediocentro. El entrenador y sus consejeros más cercanos, escudados en una realidad aplastante, estiman imprescindible a Movilla, pero también saben, como ya ha recordado el propio Víctor en más de una ocasión, que quienes marcan las diferencias son los goleadores. Y este equipo, ahora mismo, sólo tiene a David Villa.

La salida de Yordi Gonzá- lez, un clásicode las reparaciones de urgencia en los partidos que se torcían, y, sobre todo, la imposibilidad de contar con Dani, cuyo adiós no hubiera sido tan traumático de haber existido en la plantilla algo más de variedad arriba, supone un riesgo considerable. Si a este par de despedidas se suman, por diferentes motivos, las de los cedidos Mate Bilic e Iban Espadas y la posibilidad de que Goran Drulic se quede fuera de la lista de inscritos para la próxima campaña si Leo Ponzio no consigue su pasaporte comunitario a tiempo, el panorama que se presenta desaconseja el optimismo. Villa tendrá cerca a Oscar como antes tuvo a Dani, pero El Guaje es el único con el don del área. El ejercicio anterior ofreció una recital de rentabilidad y de producción que ayudó a sacar al conjunto aragonés del abismo. El muchacho, sin embargo, ya es popular y esta campaña los perros de presa van a perseguirle de cerca. Una ausencia prolongada sin nadie en la recámara sería un suicidio.

El cuerpo técnico espera a Luis García, del Murcia, si bien la opinión generalizada es que sería mucho mejor que viniera acompañado por un ariete con más físico y puntería. Desde los despachos se descartan más fichajes, por lo que el Real Zaragoza irá sólo y sin prisas al mercado de las cesiones y los restos . La historia es una aliada perfecta si se repasa con sabiduría. En este equipo, por ejemplo, enseña que sus peores o más grises momentos en los últimos tiempos coinciden con la contratación de delanteros de poco calado. Pier aterrizó en 1997. El exbético hizo un gol en toda la Liga y se deprimió, igual que sus compañeros. Peternac sustituyó a Milosevic en el 2000 y en diciembre hubo que recurrir a Esnáider para rescatar al Zaragoza de una tragedia. Drulic y Bilic ocuparon página negra en un descenso que no evitó Milosevic. Víctor ha lanzado una ofensiva consecuente y aliada con la razón.