Aparte de los tres puntos en juego, siempre lo más importante, el partido de Soria nos recordó una de las claves para tener éxito en esta Segunda División tan pareja de fuerzas: saber sobrevivir a los malos momentos durante un partido y sacar el máximo rendimiento de los buenos. De los dos tuvo el Real Zaragoza contra el Numancia. Resistió en una primera parte de nivel muy bajo, en la que el gol local rondó la portería de Cristian Álvarez, y aprovechó la sustancial mejoría de la segunda para convertir el dominio en tres puntos de gran valor que ponen freno al bache de resultados por el que atravesaba el equipo de Víctor Fernández y le refuerza anímicamente como grupo en una semana compleja desde el punto de vista emocional.

Bastó la subsistencia numantina de la primera parte, en la que el Real Zaragoza fue una sombra de su versión de mayor altura, y una media hora realmente interesante a la vuelta del descanso para sumar la victoria, el fin de todos los fines. En ese tiempo, el equipo aragonés giró la dirección del encuentro y, a través de la pelota, generó las suficientes situaciones de peligro para merecer el gol. Pudo marcar Kagawa en una acción en la que precipitó el disparo y Luis Suárez malgastó un penalti. A la tercera fue la vencida. Una combinación de tiralíneas supuso el 0-1: balón al espacio de Guti para Delmás, que gana el fondo del campo y pone un balón perfecto en el corazón del área, raso, tenso, muy bien tocado, donde llega Eguaras para ponerle la firma al triunfo.

Ganar los detalles y optimizar tus momentos, primordial secreto de esta categoría. Gol y victoria. La victoria siempre es el mejor alimento en el fútbol profesional. Y con los triunfos se vive mejor y se construye con mayor seguridad. Más todavía con un estupendo balance de 19 puntos de 30 posibles en tu haber y un partido aún pendiente. El Real Zaragoza continúa en las alturas. Esa es la noticia. El trabajo por delante, recuperar a jugadores claves para el éxito futuro que están lejos de lo que pueden ser, como Kagawa, James o Pombo.