El discurso veraniego de Víctor Fernández gravitó sobre la necesidad de armar y construir un Real Zaragoza más físico. Lo dijo una y otra vez el técnico y lo cierto es que tiene un grupo de jugadores capaces de dominar y ganar por físico, porque corren, van y vienen durante los noventa minutos, desbaratando a los rivales, pillando en falso a sus defensas. En ese contexto un jugador como Raúl Guti encajaba sobre el papel como un guante. Luego hay que jugar, claro. Hay que ganarse el puesto demostrando ser más eficaz y regular que tus compañeros de puesto, hay que dominar el centro del campo. Hay que hacer lo que hace Guti.

Ya hace días que se ha consolidado en el equipo, que no hay duda de que debe jugar siempre, y ante el Sporting fue una muestra más. Todo le salió rodado porque, en el segundo minuto de juego, cabeceó en el área pequeña un centro perfecto de Soro (otro que se ha afianzado con el paso de las jornadas, inamovible del once inicial) e inauguró el marcador cuando a La Romareda aún no le había dado tiempo ni a constatar que la niebla iba a acompañarle toda la noche.

Un gol siempre marca, sobre todo a los que no viven de él, y ayuda sobremanera a resaltar una actuación individual. Pero Guti no se quedó ahí, no se acabó en el gol. No solo hizo lo que le corresponde, hacerse con su parcela del campo, estar aquí y allí, acompañando el balón, la jugada, sino que, en la primera parte, canalizó las mejores ocasiones del Real Zaragoza. Hizo el gol y después fue el encargado de golpear un par de balones sueltos en la frontal, aunque deba mejorar en ese aspecto.

Así que fue esa segunda línea que también alguna vez ha reclamado Víctor Fernández, ese jugador que, llegando desde atrás, es capaz de culminar una jugada. Aunque sea sin acierto. Pero lo más importante es que Guti hizo lo que le correspondía y lo hizo bastante bien. Eguaras se movió por la parte izquierda del campo y, el canterano, por la derecha, apareciendo de área a área allí donde hiciera falta. Sus movimientos sin balón fueron inteligentes y ayudaron a la salida del equipo y, con la pelota, también contribuyó a lanzar a sus compañeros hacia arriba.

Los de alrededor

El buen estado de Guti se une al de otros jugadores, empezando por el reaparecido Cristian (¡qué manos salvadoras las suyas!), siguiendo por el también recuperado Vigaray y acabando por el de siempre, Luis Suárez, siempre dispuesto a morder, siempre peleando, siempre atento. Casi siempre marcando. Ya lleva 14 goles que subrayan su importancia capital en este equipo. Y ahora está secundado por un brillante Puado que ha aprendido de él su insistencia, que le ayuda a desbrozar el camino del gol, que también tiene olfato y colmillo para marcar de vez en cuando.

Así anda este Real Zaragoza de Víctor Fernández, cada vez con más apariencia de equipo sólido, con mejor pinta. Que ha interpretado cómo jugar en esta Segunda División tan igualada y sabe cómo ganar los partidos, superando a sus rivales por físico. No apabulla al contrario con un rondo eterno, sino en la batalla, en la disputa individual, en la presión alta. El Zaragoza es un volcán que agita a su oponente para lanzarse a por él a tumba abierta. Y ahí es donde ha crecido la figura de Guti. Imprescindible para catalizar ese juego, para tocar a rebato en la salida hacia el ataque.

El equipo se rehace de sus problemas, se levanta de sus tropiezos y arranca la segunda vuelta asomando al balcón del ascenso directo, tercero a solo tres puntos del segundo. Con todas las vicisitudes, a falta de que lleguen refuerzos, el equipo está donde quería y debe estar. Y con un buen número de jugadores asentados, con un once y un estilo reconocibles. La temporada es todavía muy larga pero la sensación es de que este es el camino correcto y, de seguirlo, se puede alcanzar la meta.