El castigo ya es excesivo. Otra vez, el infortunio se cebó en un excelso Real Zaragoza que, al igual que hace apenas dos semanas, no ganó a pesar de ser mucho mejor que su oponente. El Albacete, incluso, se llevó los tres puntos a pesar de haber sido desbordado por un equipo aragonés que pagó excesivamente caro su falta de eficacia y un error fatal en el último instante. Debió morder el polvo en La Romareda. Como el Girona anoche. Sencillamente, porque el Zaragoza fue mucho mejor aunque, de nuevo, un error al final le dejó sin todo el botín, lo que, sin duda, habría hecho justicia.

Porque el equipo aragonés derrochó carácter para remontar un 0-2 adverso ante la chequera más importante de la categoría. Y lo hizo a base de fútbol, lo que añade un valor adicional a la gesta. El Zaragoza pregonó a los cuatro vientos que es bueno como el que más y que está capacitado para ganar a cualquiera. Pero todavía tiene que pulir un defecto serio que amenaza sus aspiraciones: la vulnerabilidad que le provocan los errores individuales. Si lo hace, todo será posible.

El partido fue una delicia. Una lección de orgullo. Una demostración de raza y personalidad de un Zaragoza al que en apenas cinco minutos se le complicó la existencia sobremanera. Ese fue el tiempo que transcurrió entre los dos tantos de un Girona que, casi sin querer, tenía el partido en el bolsillo. El matarife fue Borja, sin duda, el jugador con más calidad de la escuadra catalana y un incordio desde la mediapunta durante toda la contienda. Aunque en el primer tanto ejerció de delantero centro rematando casi a placer un gran servicio desde la derecha de Maffeo y aprovechando la excesiva blandura de Nieto y Guitián en la marca.

Apenas habían pasado veinte minutos y el Girona ya había sacado petróleo de su primera llegada. Hasta entonces, el Zaragoza había sido mejor en todo menos en las áreas, un mal conocido que sigue costando disgustos y puntos. El dominio era blanquillo pero sin llegadas arriba y con intolerables despistes atrás. Como el de Eguaras que supuso el segundo tanto de los visitantes. El navarro protestó falta de Stuani aunque la realidad es que el uruguayo fue con todo a robarle el balón y él estuvo lento en la protección del esférico. El VAR corroboró la legalidad de la acción, que concluyó con el pase del delantero a Borja para que esta batiera por bajo a Ratón aprovechando el resbalón de Grippo.

La desafortunada jugada dejó grogui al Zaragoza durante unos minutos en los que el partido parecía decidido. Pero cuando los demás pierden la fe, Luis Suárez la tiene por todos. El colombiano devolvió la esperanza a la afición y a su equipo al partido gracias a su extrema confianza en sí mismo y en su deliciosa capacidad para no dar un balón por perdido. Y ese que parecía imposible de alcanzar cuando Mojica enlazó con su portero, acabó en gol porque Suárez volvió a creer que era posible y que esa cesión era una oportunidad para rescatar, otra vez, al Zaragoza.

Hasta el ecuador, el conjunto aragonés volvió a ser mejor que su oponente. Soro, con el hombro, pudo empatar al rematar un centro lateral, pero los errores cometidos obligaban otra vez a doblegar esfuerzos. El Zaragoza, incapaz de remontar un marcador adverso en toda la temporada, afrontaba una misión casi imposible. Lo bueno es que, si tenía éxito, el refuerzo anímico iba a ser excepcional.

Y salió del vestuario como un león enjaulado liberado frente a una manada de ciervos. El Girona, ya con el miedo en el cuerpo, dio un par de pasos atrás ante el ímpetu de un rival feroz que se lanzó a por su presa y que antes de los cinco minutos de la reanudación ya había hecho sangre. Una extroardinaria colectiva entre Guti, Suárez y Soro concluyó con la mejor rúbrica posible: un taconazo de Puado que inauguraba su cuenta anotadora como blanquillo. La Romareda, entregada a su equipo, creía más que nunca.

Guti, espectacular como siempre, rozó poco después la remontada con un remate que se estrelló en Juan Carlos. El Zaragoza bordaba el fútbol ante un Girona incapaz de salir del rincón hasta que Stuani probó a Ratón con un tiro cruzado.

Martí tiró de Benítez y Samu en un intento de revitalizar a los suyos, pero el Zaragoza estaba desatado. Puado pudo marcar tras otra gran jugada de Soro justo antes de que el VAR detectara una mano en el área de Ramalho que Suárez convirtió en gol. La locura colectiva inundó La Romareda, Apenas quedaban unos minutos y solo había que resistir. Pero una inocente mano de Guitián permitió a Stuani dejar al Zaragoza sin la gloria que merecía su gran hazaña.

Zaragoza: Ratón; Delmás, Guitián, Grippo, Nieto; Soro, Raúl Guti, Eguaras, Álex Blanco (Papunashvili, m.73); Puado (Javi Ros, m.84) y Luis Suárez (Linares, m.84).

Girona: Juan Carlos; Maffeo, Alcalá, Ramalho, Mojica; Alex Gallar (Samu Sáiz, m.73), Granell (Marc Gual, m.83), Gumbau, Jairo (Aday, m.61); Borja García; y Stuani.

Goles: 0-1. M.20. Borja García; 0-2. M.28. Borja García; 1-2. M.39 Luis Suárez; 2-2. M.50. Puado; 3-2. M.80. Luis Suárez (penalti); 3-3. M.86. Stuani (penalti).

Árbitro: Ortiz Arias (Comité Madrileño). Amonestó con tarjeta amarilla al local Raúl Guti (83) y a los visitantes Granell (m.25), Alex Gallar (m.33), Alcalá (m.92).

Incidencias: partido correspondiente a la decimoctava jornada de Liga de Segunda División disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante 19.298 espectadores.