—No es su primera vez lejos de casa. Se marchó pronto de Galicia, casi de niño, a Villarreal, Valencia...

—Sí. Salí muy joven y creo que me sirvió para madurar mucho y darme cuenta de lo que cuestan las cosas. Salí con 14 años de Santiago y estuve tres años en Valencia y otros tres en Villarreal.

—¿Esa experiencia modifica el carácter?

—Bueno, yo he sido siempre muy tranquilo, muy de casa, muy campechano, y eso me ayudó a estar fuera. Hice buenas amistades y me vino bien. Aprendí como persona, crecí futbolísticamente y luego tuve la fortuna de poder volver a estar cerquita de casa.

—¿Cómo fue ese cambio?

—Jugaba en el Santiago de Compostela, un equipo muy humilde, y el cambio fue enorme. Llegué a la cantera de un equipo grande como el Valencia. Ahí tienes que cambiar la forma de vivir, es todo para el fútbol.

—¿En el Celta B ha sido en el equipo en el que más cómodo se ha encontrado?

—Sí. La gente me acogió muy bien, empezó todo fácil y me adapté muy rápido. Esos cuatro años me han dado para crecer y vivir cosas importantes, trabajando también con el primer equipo. Lo ves todo más cercano y te das cuenta de que quieres ser jugador profesional.

—Fue creciendo, sin duda, pero su explosión llegó la pasada temporada, con 34 goles. Además, fue elegido el mejor jugador de la categoría y se convirtió en el futbolista que más partidos ha jugado en el filial del Celta. ¿Qué premio le faltó?

—Llegar al primer equipo. Hay jugadores de muchísimo nivel allí, pero yo me encontré muy bien, batí récords y fui uno de los jugadores importantes de la categoría.

—¿Ya sabe lo que quiere el Zaragoza con su fichaje?

—Sí, sí (risas). Entiendo que querrá algo similar a lo del año pasado. Es lógico. Me van a exigir el máximo cada día y yo voy a intentar acercarme a ese rendimiento.

—¿Mira el listón de Ángel?

—Buff. Lo dejó alto. Demostró lo bueno que es.

—Le van a pedir goles, el ascenso, casi la luna...

—Ojalá pueda dárselo todo. Con ese objetivo soñamos todos, pero hay que ser cautos. Es mejor marcarse objetivos a corto plazo e ir creciendo desde ellos. Ya se sabe que la Segunda División es una competición muy dura, muy larga.

—¿Cuántas veces le han hablado de la presión que se siente en La Romareda?

—Muchas. Pero esa es una de las cosas que me decidió a venir. Es una manera de seguir creciendo. Es una atmósfera distinta, todo está más dedicado al fútbol profesional. Así es como queremos vivir los futbolistas. Si tu listón de exigencia lo tienes alto, esto te obliga a ponerlo aún más arriba para intentar estar siempre a la altura de lo que exige la situación.

—¿Asusta la responsabilidad?

—No. Es verdad que es una responsabilidad, que se me va a exgir cada minuto, pero no le tengo miedo porque esto es lo que quiero vivir. No es presión, es una motivación para intentar estar a la altura.

—¿Qué ha visto en los primeros días en el Zaragoza?

—No conocía demasiado el club por dentro y me ha sorprendido lo agradable y familiar que es. Igual la sensación que hay desde fuera es que es un club muy grande, que puede ser de alguna manera impersonal. Pero luego todo el mundo aquí está pendiente de que estés cómodo y yo estoy muy a gusto.

—¿Qué ha sentido en la calle?

—Me he encontrado con gente muy ilusionada. Han sido unos años complicados y la situación es diferente a la de hace unas temporadas, pero la ilusión no ha cambiado, se mantienen las mismas ganas de volver a estar arriba. Eso no se le pasa a la gente y dentro del vestuario creo que también está presente. Entiendo que todo tiene mucha repercusión, que es un club histórico, grande, con una ciudad enorme y mucha masa social. Impacta que te paren por la calle cuando llevas tan pocos días. ¡Espero que dentro de unos meses también me paren! (risas). Será la mejor señal de que las cosas van bien en el equipo.

—¿Puede explicar lo de Kase.O, el rapero aragonés que llevó el club a su presentación en La Romareda?

—Yo escucho rap desde muy pequeño y es cierto que a la mayoría de raperos que escuchaba desde joven son de esta zona. ¡También es casualidad! Kase.O siempre ha sido mi favorito, el que más he escuchado, con el que más afinidad he tenido. Conocerlo y poder compartir un rato con él fue algo emotivo.

—Es muy zaragocista Kase.O. ¿Le pidió goles?

—Algunos sí (risas). Pero desde el cariño, con palabras de ánimo. Me pareció muy cercano, muy normal, un buen tío.

—¿Ha sido delantero centro toda su vida?

—Sí, siempre en las posiciones de arriba. Alguna vez tirado a una banda, pero desde pequeño me ha gustado siempre hacer goles y eso me ha llevado a estar cerca del área siempre.

—¿Era uno de esos niños que metía cien goles?

—Sí. Bueno, no sé si tantos, pero muchos. Me acuerdo que en infantiles hice 49, por ejemplo, pero en benjamines y alevines no me acuerdo.

—La afición no le ha visto jugar aún. Cada uno se lo imagina a su manera, unos en la reencarnación de un Milosevic y otros en la de un Milito. ¿Cuáles son sus características?

—Soy un jugador que aporto cosas de espaldas, que me muevo bien a los espacios y que dentro del área me encuentro cómodo. No podría asimilarme a ningún otro delantero, pero siempre estoy cerca de zonas de peligro. Soy un rematador, claro está, pero también me gusta participar en el juego.

—¿Tiene recuerdos de algún Zaragoza bueno?

—Sí, unos cuantos. Recuerdo buenos delanteros como Villa, Milito... Aunque ese tema es algo que mejor ni hablar... (risas)

—¿Ha visto la lista de delanteros de la historia del club?

—Alguna vez la he repasado y da un poco de vértigo.

—¿Cuándo se enteró de que le quería el Zaragoza?

—Hacia final de temporada Lalo le dijo a mi agente que estaban interesados en mí. Cuando terminó la competición, contactó formalmente y se abrieron los procesos de negociación. Siempre han mostrado muchísimo interés y me han generado mucha ilusión. Quisieron hacerlo cuanto antes y es algo que debo agradecer porque me han dado la oportunidad de jugar en el fútbol profesional.

—¿Unzué quería que hiciese la pretemporada con el Celta?

—Me dijo que su intención era verme en pretemporada y luego evaluar la situación, pero le pedí que me ayudara si tenía una oportunidad buena de Segunda División. Me mostró su confianza y me dejó marcharme.

—¿Qué se ha encontrado en el vestuario?

—Un equipo joven, con ilusión, con ganas y con mucho que trabajar.

—¿Ha hablado con el entrenador?

—Hablé con él antes de llegar y me transmitió su confianza. Me dijo que era un buen sitio y que iba a crecer.

—¿No ha sacado el látigo aún?

—No. Por ahora se porta bien (risas). Ya lo sacará cuando la ocasión lo requiera, como debe ser.

—Le habrán hablado de la exigencia, de La Romareda, de la afición, de los goles que le iban a pedir y, por supuesto, del ascenso.

—El ascenso es algo que está en el aire, la ilusión que tenemos todos, pero vamos paso a paso. Existe esa ilusión y vamos a pelear por ello porque es lo que queremos, pero poco a poco.