Paco Herrera lleva un tiempo viendo gigantes en lugar de molinos. Quijotesco e sus análisis de los partidos, alcanza el patetismo en las reflexiones de las derrotas. Antes estaba acorralado; ahora, se encierra él mismo en callejones sin salida. Sobre su enésima destitución, que es más que probable que no se produzca ya que no lo ha hecho antes, el técnico dijo: "Estoy casi curado de mi posible destitución. No sé qué puede pasar. Digo lo de siempre: 'la única manera de sacar los partidos es estar encima de la gente y corrigiendo cosas". "Siete veces he estado amenazado de estar fuera. Cómo voy a pensar mas allá del próximo domingo", añadió con gesto compungido pero sin perder el porte de eterna diana.

Se lamentó, una vez más de los penaltis de Huelva y contra el Mallorca. De la pérdida de cuatro puntos de la que son responsables sus jugadores y en nada el destino. También contempló exagerada la dimensión de la victoria de la Ponferradina y dijo que el estado del campo les había perjudicado. Entre tanto desvarío y lágrima fácil, apuntó al entorno, muy negativo según sin criterio y que en nada ayuda. Una verdad sí añadió a la paella: "Es un equipo de hoy sí y mañana no sé, y esa cuestión no la hemos solucionado".

De buscar soluciones, nada. "La revolución la tienes con los jugadores de Tercera. Sería un error, no hay mucha más soluciones. Luego tienes dos o tres lesioandos. Álvaro ha tenido que hacer una prueba antes de empezar. Viajamos con 18 y 6 chicos de Tercera. ¿Qué tipo de revlución podemos hacer? Herrera, desde luego, no es el Che Guevara. "El único que tiene una visión distinta soy yo. No hay que reiventarse sino insistir".

Para rematar la faena, Herrera tranquilizo al personal desplazado a El Toralín: "De 12 partidos tenemos que ganar tres para salvarnos". La calculadora ha cambiado de dirección... "Habíamos mejorado mucho últimamente", añadió.