Este domingo se disputa la decimoséptima jornada de la Liga Adelante. El Real Zaragoza recibe al Girona en La Romareda y los antiguos guardianes del césped, empleados que tuvieron que dejar el club tras el último ERE, todavía se preguntan por el estado del terreno de juego, si ese factor que dependía de su labor, de la climatología y en todos los casos de la decisión última del técnico ayudará al equipo a lograr la victoria. Expuesto a la opinión pública debido a una emotiva y extensa carta que publicó su mujer en las redes sociales, José Luis Calvo, exjardinero de La Romareda y padre de dos hijos, lamenta la salida de todos los trabajadores, algunos con más de 30 años al servicio del club -14 en su caso-. “Es muy triste y muy frío acudir a un despacho y que te den una carta de despido. Me llevo una decepción porque esperaba algo más, no un reconocimiento sino más información y de primera mano, por el sentido de lo que es el Real Zaragoza y el zaragocismo, un club con humanidad que siempre ha apoyado las causas solidarias”, señala.

Exhibe orgulloso una fotografía firmada por Xavi Aguado que el futbolista regaló a todos los empleados del club el día que colgó las botas, junta a ella cuidadosamente ordenada se encuentra su colección de camisetas del Real Zaragoza, compuesta por un total de 150 elásticas que incluyen desde la primera camiseta de guardameta hasta los once diseños solidarios que lució el club la última temporada, pasando por la de Chucho Solana de la final contra el Celta, del año de la Recopa, de la Supercopa de Santi Aragón, la camiseta del 5-1 al Real Madrid de Savo Milosevic y la que llevó César Jiménez el día que sufrió la brutal entrada de Luis Figo. Todas ellas, la mayoría firmadas por canteranos, fueron expuestas en la última Junta de Accionistas del Real Zaragoza. Para él esto es tan solo una pequeña muestra de su sentimiento por el club que sigue desde que era niño y con el que se identifica a través de sus principales valores: zaragocismo, solidaridad y humanidad. “La satisfacción de estar ahí, de compartir y de luchar con ellos, aunque sea desde la parte de atrás, es un orgullo, pero siento que me lo han quitado”, subraya con “la esperanza de volver a luchar por este escudo de una manera u otra y con la ilusión de seguir haciendo zaragocismo”, aunque ve como su sentimiento “se ha frenado drásticamente”.

Este oficio le viene de familia, siguió los pasos de su padre y bajo su tutela aprendió las labores de mantenimiento en los campos de fútbol, tarea que desarrollaría en la Federación Aragonesa hasta que recibió la llamada del Real Zaragoza. Dentro del club aragonés, estuvo al cuidado de la Ciudad Deportiva durante dos años, momento en el que pasó a encargarse junto a su compañero Paco del césped de La Romareda tras la jubilación de Jesús. Sobre su labor, José Luis destaca el buen trato con todos los entrenadores que han pasado por el club aragonés y recuerda especialmente su relación con César Jiménez, Láinez, Cuartero, Garitano o José Aurelio Gay, siempre para “sacar en las mejores condiciones el campo y aportar un granito de arena”. Entre sus funciones también se encontraba la colocación de las banderas, porterías y publicidad alrededor del campo. “Nuestro triunfo como trabajadores era cuando el equipo ganaba, si valorásemos el terreno de juego en una escala del uno al diez, nosotros intentábamos que el campo estuviese a un seis, si no había ningún lesionado por culpa del campo, algo que para nosotros era lo más importante, entonces conseguíamos un siete y si el equipo ganaba un diez”, explica José Luis, que considera que el Real Zaragoza es, junto a su familia, su vida.