El décimo aniversario de la última Copa que ganó el Real Zaragoza se celebra hoy entre la admiración de la hazaña que supuso vencer en la prórroga al mejor equipo del mundo de la época, el Real Madrid, y la amargura de un presente que tiñe de melancolía dolorosa aquel dulce 17 de marzo de 2004. Viva en el corazón de un club que agoniza y de una afición cuya delicada esperanza late tan solo por los momentos de gloria de su historia, esa memorable final se transforma, según pasa al tiempo, en una fecha marcada con grueso trazo en el calendario de lo fantástico. Un antes que parece irrecuperable, una patria de ensueño fundada por el arte de los Magníficos y en la que nunca se puso el sol después del gol de Nayim en la noche parisina de 1995. Un territorio sin fronteras para la imaginación ni para los héroes como Galletti, quien transformó Montjuïc en un volcán en permanente erupción de lágrimas zaragocistas.

Este 17 de marzo del 2014 pertenece a un apocalipsis cotidiano, a una derrota en El Toralín de Ponferrada, pero hace diez años, el Real Zaragoza era aún uno de los principales invitados a los libros de caballerías, a los cuentos de hadas, a todo lo que tiene el deporte de maravillosa creatividad literaria con el césped como pergamino. En una de esas hidalgas locuras derrumbó a un gigante con una honda, en un encuentro de fútbol perfecto como exigía la ocasión y el enemigo. En uno de sus homenajes a la magia, fue príncipe tenaz para conquistar la tenebrosa torre y el amor de la hermosa Maleen. Por lo tanto, hoy es lugar para la leyenda, para contar la verdad de que, según caía la noche sobre el Madrid en Barcelona, vimos a Láinez a lomos de un dragón alado; las esfinges de Milito y Álvaro; el centauro de Cuartero; los minotauros de Ponzio y Movilla; el unicorno de Savio; el duende de Cani, la voracidad del delantero lobo, de Villa. Y, cómo no, el látigo de Indiana Jones, del Hueso Galletti, para abrir el cofre del tesoro.

No pudo el bello Madrid de pasarela y gomina, de tatuaje de eterno vencedor, resistir esa avalancha mitológica. Beckham, Figo, Roberto Carlos, Guti, Zidane, Raúl... Todas las perlas de la galaxia había reunido Florentino Pérez para hacerse con un título maldito para los blancos. con un trofeo que el Real Zaragoza, tozudo, inteligente e irreductible, no dio por perdido jamás hasta que lo elevó al cielo en propiedad. El sexto.

Diez años después sabemos que no fue un sueño pese a que este lunes no haya esplendor en la yerba salvo para Yuri, pese a que el Real Zaragoza ya no monte a Rocinante ni rescate princesas. Es el día perfecto para entonar un himno de la nostalgia de Celtas Cortos, en honor de la última Copa con la que brindamos con colosales bestias mitológicas ya extinguidas:

"17 de Marzo del 2004.

Hola, chata, ¿cómo estás?

¿Te sorprende que te escriba?

Tanto tiempo es normal.

Pues es que estaba aquí solo,

me había puesto a recordar,

me entró la melancolía

y te tenía que hablar".