En febrero del año pasado, poco después de que el Real Zaragoza lo firmara en el mercado de invierno, este diario compartió un día en Fuentes de Ebro, su población natal, con Miguel Linares, sus familiares más cercanos y algunos de sus mejores amigos. Escuchando hablar a pecho descubierto a Eva y a José Antonio, dos de sus hermanos, pronto se comprendía la importancia sentimental que tenía para su entorno el regreso del delantero al club por el que palpita su corazón. “Llevábamos todos esa espina, igual que la llevaba también él”. “Su sueño siempre ha sido jugar aquí, lo tenía que haber hecho mucho antes”.

Regresó a casa con 36 años después de una carrera notable en el segundo escalón del fútbol profesional construida a base de tesón, goles y con cada gota de sudor de su frente. La temporada 2018-2019 fue mala para el Real Zaragoza, al que Víctor Fernández salvó de una catástrofe deportiva. Este pasado verano, su figura quedó relegada a un plano completamente secundario para el entrenador, que enseguida le expuso las dificultades que iba a tener para jugar por razones estrictamente técnicas. Los tiros disparaban en dirección mucho más alta, Luis Suárez, Dwamena, luego Puado… En ese contexto, el club nunca presionó al punta para que abandonara la plantilla a pesar de que su rol quedó encogido muy pronto.

Miguel Linares nunca quiso salir del equipo. En Liga ha jugado muy poco, 110 minutos. Nadie lo ha hecho menos, solo Bikoro y el inédito Zapater. Ni siquiera otros futbolistas que ya no están y que se han marchado cedidos en el mercado de invierno. Suma dos goles, uno en el campeonato doméstico (en Almería, que supuso un punto) y otro en la Copa, el que le marcó al Mallorca. Su importancia a nivel deportivo es exigua. Su ascendencia en el grupo y su valor emocional en el vestuario son mucho mayores. Tras el gol del martes dijo que cada minuto jugado en La Romareda es un honor. El honor lo siente el zaragocismo en pleno con jugadores así en la plantilla. De comportamiento elegante y que cumplen en años tardíos sueños de juventud.