Ranko Popovic ha llegado en mala hora al Real Zaragoza. No para él claro. Y no solo por el trauma que provoca todo relevo en un banquillo. Últimamente, el tiempo del Real Zaragoza lo marcan agujas del filo de las cuchillas propias y decisiones bajo la guillotina. La cabeza de Víctor Muñoz ha rodado estas semana cuesta abajo aunque en realidad llevaba bastante en la lista de preferencias del cadalso. Ni comulgaba con la Fundación ni los nuevos gestores bendecían su trabajo. El cisma, como es tradición en este deporte de pasiones, divide a la afición y establece un tiempo de luto. El nuevo entrenador, además, se estrenará mañana con la plantilla mortificada por las lesiones de los centrales y la baja por sanción de Willian José, y los informes sobre su cualificación se basan en un acto de fe y en la firmeza de la directiva de que se trata del hombre adecuado.

El serbio tiene a favor que el Real Zaragoza se encuentra a punto de la zona de promoción. Algo es algo. O mucho. Y cuentan que pese a proceder de las sombras de equipos sin nombre, dispone de carácter y experiencia suficientes como para reflotar el ánimo de la muchachada y seguir exprimiendo el sueño, espejismo o realidad de acabar la temporada entre la media docena de los elegidos. Juzgar al entrenador por lo que ocurra contra la Ponferradina sería excesivo. Estamos a unas horas de ver algo, porque a todo músico le gusta poner alguna nota personal en su debut, pero en absoluto el guión completo. En principio, parte como el mismo material que Víctor, que es escaso y de herida fácil, un conjunto competitivo en la salud y enclenque en la enfermedad. La gran novedad apunta a ser que Ruiz de Galarreta actúe con más libertad creativa, esta vez con Tierno junto a Dorca. Mayor posesión y menor pegada en teoría.

Popovic quiere que la gente del Municipal se divierta. Es decir, como el cien por cien de los entrenadores del sistema solar ya que en ello les va el sueldo y el futuro. Por supuesto el resultado. Y en esas pinceladas de propósitos ha incluido la ambición, la búsqueda del triunfo en todos los encuentros. Las palabras no han provocado desmayos entre la clientela zaragocista, tan curtida en este tipo de promesas al uso. Del fútbol balcánico llega una brisa que avala la personalidad motivadora de un técnico desconocido para el gran público. Restan horas para que viva su primera experiencia en España, pero hará falta mucho más que un encuentro --y menos éste-- para descubrir quién es Ranko al margen de elogios a bote pronto y prejuicios desordenados.