Los primeros días de entrenamiento en Boltaña están siendo raros. Faltan muchos hombres sobre el campo, casi todos titulares, y el cansancio pesa en una expedición mucho más joven de lo que será durante la Liga. Se esperan delanteros también, quizá alguien más, lo que resume el momento en pecados de bisoñez. No es excusa la juventud en el trabajo para el entrenador, sin embargo. Imanol Idiakez paró ayer el entrenamiento en un par de ocasiones para recordar a sus hombres que el fútbol no solo se juega con balón. No es una contradicción, desde luego, que el técnico vasco tenga un libreto basado en la posesión, la circulación o la llegada y que piense también en el trabajo defensivo. No ha hecho aún trabajo táctico en este sentido, pero como bien explicó ayer alto y claro, para algunas cosas no hace falta preparación. Debe salir del alma de todos y cada uno de los futbolistas.

Iba la mañana tranquila hasta que se organizó un partidillo en el que el técnico pedía al equipo que le tocaba construir que pasara las fases de circulación por los tres carriles del campo (el central y las bandas) antes de llegar a la definición. Al bando contrario le exigía apretar fuerte arriba, a sabiendas de que su rival estaba obligado a salir con el balón jugado.

Pensarían los futbolistas, tranquilos ellos, que el asunto iba por cauces normales cuando el entrenador paró el entrenamiento de forma abrupta: «Si jugamos andando sin la pelota, esto no vale ni para tomar por el c... Hay que apretar arriba fuerte, morder, a los centrales y a los mediocentros. Sin la pelota hay que ser animales arriba. Eso no lo hemos trabajado, pero no hay ni que explicarlo. Así, andando, juego hasta yo», gritó el entrenador, que no permite despistes en el trabajo. «Hay que correr, apretar, sufrir. En cuanto no tengo la pelota, tengo que ir a por ella. Hay que ir, ir, ir, y hablar, transmitir», pidió Idiakez, que logró que sus futbolistas cambiaran de disposición en el tramo final del entrenamiento.

Se entiende ya que el Zaragoza se parecerá bien poco al de Natxo González. No quiere Idiakez que se encoja el equipo. Al revés, pide a los delanteros que se estiren hasta apretar a los centrales y al resto, a todos, que empujen. No se verá pues un Zaragoza a la expectativa. Las ideas están claras. «Nos transmite que le gusta mucho tener el balón. Quiere que la gente intente cosas, que no tenga miedo de equivocarse. No hay nadie que no le guste esta manera de jugar», explicó luego Simone Grippo, que desveló que su entrenador es «un enfermo» del fútbol. «Como yo», remató el suizo, consciente de que hay que aprender «lo más rápido posible» el método Idiakez... en las dos áreas.