De menos a más, con luces y sombras, con regresos alegres y severos varapalos en casa. La vuelta al fútbol del Real Zaragoza a esta nueva normalidad ha sido de todo menos normal, extraña cuanto menos. El equipo aragonés ha ido mejorando sus sensaciones aunque todavía le queda camino por recorrer hasta acercarse al estado de plenitud que alcanzó justo antes del parón por el coronavirus. Entonces la inercia le llevaba, sin pausa, a Primera División y ahora, aunque clasificatoriamente sigue en una posición más que privilegiada y a tiro de piedra del líder, al equipo aragonés le cuesta más sacar los partidos adelante.

Un factor que está influyendo y al que no acostumbraba el conjunto blanquillo, al menos con tanto ahínco como hasta ahora, es su mala entrada en los encuentros. Ha sido una tónica habitual en estos cuatro primeros encuentros en el Real Zaragoza. Ante el Alcorcón saltó al césped contemplativo, falto de ritmo, lento, a esperar cómo discurrían los derroteros del duelo ante un equipo madrileño que aceptó de buen agrado la invitación. Y aun así, fue el mejor comienzo de los cuatro.

En los otros tres encuentros o bien ha encajado o bien no lo hizo casi de milagro. El Lugo, acuciado por su delicada situación clasificatoria y su estreno como local tras la reanudación del curso, salió mucho más incisivo y apretó a Ratón. Solo el gol de Kagawa, en un momento complicado del equipo aragonés, varió el guion del partido, que tenía mala pinta.

El del Almería era un encuentro para ganar, para dar un golpe encima de la mesa, para prácticamente borrar del mapa a un rival peligrosísimo por el ascenso. Una oportunidad de oro que acabó en carbón, en K.O. técnico. De nuevo, el adversario se plantó en el césped mejor, con las ideas más claras, más intensidad y más ganas de vencer de primeras y de encarrilar el duelo. Y a los once minutos hubo premio para los andaluces con un punterazo de Appiah. Una losa para el Real Zaragoza, un equipo al que le cuesta reaccionar.

Y en Almendralejo, más de lo mismo. De nuevo tenía mala pinta el arranque, con un Extremadura más vertical y que sometió a los blanquillos en los primeros compases. Esta vez tardaron tres minutos menos que el Almería en descuadrar a los aragoneses con un testarazo de Álex Alegría a la red.

Remontada

Al menos, el conjunto dirigido por Víctor Fernández, por primera vez en toda la temporada, reaccionó con madera de Primera División y logró darle la vuelta al marcador para ganar. A veces se quedó simplemente en la orilla empatando, y contra el Girona en La Romareda se sobrepuso a un 0-2 en contra y llegó a ponerse 3-2, pero un penalti por mano de Guitián con el duelo agonizando dio al traste con el esfuerzo colectivo de darle la vuelta al marcador.

Ese dato, aunque positivo, tiene su lado oscuro. Al Real Zaragoza le cuesta muchísimo remontar y más si los equipos se le encierran atrás, por lo que cualquier fallo al comienzo lo puede pagar muy caro. Es un aspecto a corregir y mejorar en las jornadas venideras si no quiere que los encuentros se le compliquen.

Además, viéndolo desde otro lado del prisma, si el equipo blanquillo se adelanta en el electrónico nunca pierde, por lo que si consigue entrar mejor en los partidos, anotar y mantener esa racha, tendrá asegurados unos importantes puntos para este tramo final.

Será un aspecto a corregir en el siguiente duelo, el derbi aragonés ante el Huesca, otro choque con ese aroma a final que tenía el del Almería y un equipo que suele entrar bien en los partidos, pero que tiene problemas en los minutos finales, instantes en los que ya ha perdido nueve puntos esta temporada.